domingo, 28 de julio de 2013

Gregorio, el tapicero del barrio

Gregorio es un nombre ficticio de un personaje real, un ex cliente en concreto. Casualmente, además de haber sido mi cliente durante años, es vecino de mi barrio, un vecindario pequeño, de gente sencilla y trabajadora, al menos hasta que vino la crisis y el paro hizo estragos.

Tristemente bajo la cabeza, o miro rápidamente hacia otro lado, cuando me cruzo a Gregorio en el supermercado, él es el mejor ejemplo de cómo la codicia de la banca y de los personajes que la alimentaban arruinaron (no sé si decir “arruinamos”) económicamente su vida. Él era tapicero, y digo era porque su taller ya no lo tiene, se dedicaba orgullosamente a fabricar y arreglar sofás manualmente para la gente del barrio, todos le conocen como un buen hombre y yo corroboro que así es, a pesar de que ahora lo evito por todos los medios cuando lo veo.

En 2005 él tenía un abogado asesor que le cobraba grandes minutas por gestiones que además de irle arruinando poco a poco lucraban a este abogado. Para la gente modesta y sin cultura financiera delegar las gestiones económicas supone un gran alivio y en ocasiones proporcionan clara facilidad para ser una víctima de falsos asesores.

La historia concreta es que este hombre llegó a firmar una deuda de más de 700.000 € hipotecando todo su patrimonio (un par de naves bien situadas en el barrio y la parcela que se había reformado), entonces cualquier propiedad valía mucho dinero, hoy todo su patrimonio no valdría ni 200.000 €. Parece increíble, pero Gregorio no sabía decir dónde había ido esa gran suma de dinero, algo para hacer alguna mejora en la nave, para tapar alguna deuda, pero sobre todo para pagar a intermediarios, comisionistas y demás alimañas. Su ruina no acabó aquí, sino que además firmamos unas coberturas de tipo de interés (mirar anterior entrada en el blog) por valor de más de 1 millón de euros, por supuesto ni le fue explicado que era esto ni lo hubiera entendido. Es lo que en aquella época se podía llamar una operación redonda, para todos menos para Gregorio, claro está.

Los impagados del irracional préstamo se fueron sumando desde el primer momento y a ellos se le sumaban liquidaciones de varios miles de euros que trimestralmente se le iban cargando en su cuenta de las coberturas de tipo de interés que firmó. Su ruina no había hecho más que comenzar.

El departamento de Riesgos del banco era totalmente conocedor de la situación y en uno de los peores días de mi trayectoria bancaria se nos ordenó que fuéramos inmediatamente a su taller e hiciéramos lo que fuera para que Gregorio nos firmara la cancelación anticipada de las coberturas de tipo de interés, ante los problemas que al banco esto le iba a suponer. Esta operación significaba para Gregorio un cargo en su cuenta (en descubierto evidentemente) de 90.000 €. Así lo hicimos, después de darle conversación durante más de una hora y de guiarnos orgulloso por su taller, nos sentamos en su mesa de despacho y le pedimos que por favor nos firmara unos papeles que necesitábamos, Gregorio, como era habitual, no los revisó y firmó apoyado en nuestra confianza. Aquello fue su estocada, a lo cual siguió el comienzo del embargo de todos sus bienes. Recuerdo cómo nos miramos mi compañero y yo en el coche cuando salimos de aquella visita, mirada que decía: “para esto nos pagan”.



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lunes, 22 de julio de 2013

Clips, Swaps, Intercambios, coberturas y demás basura financiera

Imagínense que va al taller de su barrio a reparar su vehículo, al taller al que lleva yendo toda su vida, donde incluso llevaba el coche su padre. Usted entra y aparece un joven bien vestido y muy simpático que le ofrece cambiar su vehículo sin coste alguno, usted entrega el suyo y el taller le ofrece un bonito Mercedes a cambio. Usted al principio es reticente y pregunta, pero todo son facilidades y es el taller de total confianza donde acude siempre, además se lo cambian por un Mercedes nuevo, ¿cómo decir que no?, el comercial le cuenta que es una gama nueva para clientes de un perfil modesto económicamente, que están lanzando los vehículos de muestra de forma exclusiva para los mejores clientes y que es una oportunidad que pronto pasará. Usted quizá ni pregunte a su pareja, está tan convencido de la oferta que decide lanzarse y demostrar que sabe coger un tren cuando pasa por delante. Definitivamente se lo lleva, el coche va bien, no da problemas, le gusta, se cree un gran negociante por haberse lanzado. Pero un día, pongamos 6 meses después de su adquisición, decide ir a ver a su familia a la playa y a mitad de camino se revienta literalmente el motor y se queda tirado. Acude enfurecido al taller y allí le quitan hierro al asunto, le proponen ponerle otro motor para que vaya tirando e intentan que se quede contento sin darle mucha importancia, eso sí, le cuesta dos mil euros el arreglo. A usted se le pasan muchas cosas por su mente (impotencia, cabreo, decepción, frustración, ruina) pero decide aceptar y llevarse el coche reparado, sobre todo para evitar enfrentamientos. Un mes más tarde se le parten en dos nada menos que los ejes de dirección y ya su cabreo colma el vaso, decide denunciar al taller. Pero sorprendentemente este saca el documento que usted firmó cuando fue a reparar su antiguo utilitario, donde en la letra pequeña en una de las 20 hojas que había detrás de la que firmó aparece que usted sabe perfectamente, porque así lo está firmando, que el coche que le entregaban a cambio sólo llevaba de Mercedes la estrella y tenía altas probabilidades de ser carne de chatarra. ¿Qué le parece la historia? En mi pueblo a esto toda la vida lo han llamado robar, estafar, engañar y, si me apura, sinvergonzonear.

Bien, pues ahora cambie la palabra “taller” por “sucursal bancaria”, la palabra “coche” por “ahorros” y la palabra “Mercedes” por “cobertura de tipo de interés, clip, swap o intercambio” y le saldrá exactamente lo que están viviendo miles de familias y empresas. Clientes sin ninguna necesidad de contratar este producto y sin tener la menor idea de lo que estaban firmando, clientes a los que se les forzó sin escrúpulos, clientes que fueron a solicitar ayuda a su banco y la condición fue firmar este producto, clientes a los que se abusó de su confianza para colocarle el producto de moda. Puedo extenderme en las tripas de qué es una cobertura de tipo de interés, pero es tan complejo y tiene tan poco interés, que lo voy a dejar para una entrada en el blog aparte. Firmar esto suponen cientos y, en muchos casos, miles de euros en liquidaciones negativas (cargos en cuenta) mensuales o trimestrales. Empresas que no tienen para pagar las nóminas de los empleados que han soportado durante años del orden de 3.000 € al trimestre en concepto de esta cobertura. Yo he visto cargos trimestrales de 80.000 € en una empresa, dinero que va a un pozo, que lo cobra una contraparte en algún lugar del mercado de derivados financieros donde operan este tipo de  contratos, es decir, una contraparte que con toda seguridad serán grandes inversores institucionales. Sí, puede pensar que es un robo encubierto de pobres a ricos, pero piénselo sólo, que si se lo dice a algún gurú de las finanzas quizá le cuente algo acerca del libre mercado, de la distribución de recursos, de los beneficios de la economía financiera, del empleo que crean los grandes inversores, de la eficiencia en la movilidad de recursos o de las maravillas de la ingeniería financiera. Pero si habla con alguien con cierta cultura de las finanzas, que procede de una familia trabajadora y que sabe lo que vale cada euro que ingresa a final de mes entonces, probablemente, comparta la idea de que le han robado, eso sí con guante blanco, y como no, con traje y corbata.

Hágase una idea de la magnitud de la que hablamos, yo trabajaba en una oficina bancaria en un polígono en declive a las afueras de la ciudad, donde éramos tres comerciales de empresas, ¿sabe qué objetivo tuvimos durante años?, me avergüenza decírselo, 500.000 € cada 15 días, sí, medio millón de euros, cada 15 días, repito. ¿Y sabe lo peor de todo? Que lo cumplíamos sobradamente, es más, alardeábamos de ello y nos reconocían públicamente en los destructores rankings semanales. ¿Sabe cuál era la recompensa personal? Estar esa semana arriba del ranking para que el jefe no te llamara para presionar. Con la perspectiva de los años simplifico los hechos, yo estaba esa semana (sólo esa semana) bien posicionado en el ranking a cambio de que mi cliente, al que me había costado mucho ganarme su confianza, firmara un producto que le iba a costar tirar a un pozo miles de euros durante años. Sin palabras, y ya de paso, sin responsables ni consecuencias para los personajes que fomentaron esto, y cuidado, no exculpo a los que lo vendimos, soy de la opinión que el verdugo no está totalmente libre de culpa.

En cierta ocasión, 4 años atrás y en confianza, uno de los responsables me dijo: hace años que yo avisé de que estos productos nos arruinarían, pero nadie me hizo caso. Evidentemente él sólo se refería a la ruina que suponen para el banco los cientos de juicios y la morosidad que están generando, por negación del cliente a pagarlos o simplemente por la ruina que le ha supuesto firmar el contrato. Muchos nos dábamos cuenta de la estafa que se estaba engendrando pero las instrucciones eran claras, si no estás en la línea que marcan debes cambiar de oficio. “Señores esto no se vende, se coloca y punto! Y el que no esté dispuesto que lo diga, que buscaremos otro puesto para él!”. Esto nos decían los magnates de la entidad en las reuniones de zona, por supuesto lo del otro puesto era un eufemismo.


martes, 16 de julio de 2013

Negar la mayor

Negar la mayor, esta es la premisa habitual que se utiliza en cualquier directiva de una gran empresa, y, como no, la banca es el mejor ejemplo. Cuando trabajas en una empresa altamente jerarquizada y extremadamente departamentalizada aparece como un ente invisible una búsqueda de identidad y significado y una lucha por parecer imprescindible dentro de la organización. Y esto se ve reflejado en su máximo exponente en los numerosos directores, responsables y jefes, que con sus aires de prepotencia y apariencia intachable e intocable, parecen cubrir una enorme responsabilidad que sólo ellos podrían soportar. Sin embargo su entorno más cercano, en pequeños ambientes de supuesta confianza, sabe que la función de su responsable está tan diluida y delegada que prescindir de él sería prácticamente inapreciable. Para ensombrecer esta apariencia, la actitud a tomar por el directivo es derrochar un estrés absurdo autogenerado inconscientemente como antídoto propio en la convicción de su puesto. La extrema seriedad, la falta de humor, las decisiones (acertadas o no) tajantes, las respuestas contundentes y la profesional evasiva a tantos temas que desconocen son una fachada habitual del tipo de gente que alardea de la posesión de estos puestos.

Lamentablemente ni la meritocracia práctica (no teórica), ni la intelectualidad, ni la formación, ni la inteligencia son aspectos determinantes en el ascenso de posición jerárquica corporativa. Somos animales de costumbres, de hábitos, de sentimientos y con una búsqueda clara del desarrollo personal, más en estos contaminados ambientes, todos buscamos la comodidad y la facilidad en nuestro día a día y cómo seguir una carrera profesional ascendente que finaliza en el estrellato corporativo al que le da la mano el fracaso familiar.

Negar la mayor es una práctica habitual, decisiones erróneas en puestos de relevancia traen consecuencias graves en algunas ocasiones. En empresas con semejante dilución de responsabilidad, con incontables departamentos, comités, responsables, jefes y directivos, una decisión errónea es capaz de ser difuminada entre toda la maraña de personajes, y en ocasiones, lo mejor es buscar una cabeza de turco al que inculpar. Cuando los últimos y primeros culpables salen airados de su incompetencia y en el mejor de los casos son ascendidos y en el peor son movidos a puestos similares en otros departamentos. Esto interesa a toda la cúpula, ¿quién sabe si el siguiente en tener que ser exculpado será uno mismo?, es lo que vulgarmente se conoce como el hoy por ti y mañana por mi.

Recuerdo ejemplos reales, directivos que fuerzan a vender productos ruinosos para los clientes y en última estancia también para la entidad o directivos que gracias a una decisión corporativa de escisión del negocio arrastran a decenas de empleados a la calle y a una caída continuada del beneficio. En todos los casos la mano ejecutora niega la mayor y diluye su responsabilidad. Qué distinto hubiera sido si la consecuencia de su decisión hubiera sido positiva.

Hombres de traje y corbata que esconden en su bolsillo interior un puñal dispuesto a ser desenfundado al mínimo indicio de que su puesto se vea perjudicado. Falsas sonrisas y golpecitos en la espada que ocultan una ambición y codicia sin medida. Líbrenme de volver a moverme por estos ambientes que sólo engendran víctimas.


domingo, 14 de julio de 2013

Hipotecas en divisa, una trampa donde no se ve la luz

Los préstamos en divisa, normalmente con garantía hipotecaria, son un producto que merece una mención especial en este blog. Durante unos 10 años este producto se popularizó en la banca comercial y se adaptó y vendió en algunas entidades que presumen de innovadoras como una alternativa incluso al préstamo hipotecario ordinario. De nuevo, como en muchos otros productos bancarios, la codicia bancaria y la ingenuidad de la mayoría de los clientes que la contrataron, proporcionaron unos resultados, en el medio plazo, ciertamente alarmantes, ruinosos y desconcertantes, tanto para el cliente como para la entidad.

La filosofía de este producto siempre fue proporcionar financiación en una divisa alternativa al Euro a grandes empresas que operaban en otras divisas en sus operaciones internacionales, por lo general dólares americanos, libras esterlinas o francos suizos. De esta forma la empresa se podía financiar en la misma moneda en la que realizaba sus operaciones comerciales, quedando libre de las constantes fluctuaciones de los cambios entre divisas y así asegurando que la diferencia de cambio no se comiera su margen comercial.

Hasta aquí parece un buen producto. Pero como todo producto altamente rentable en una empresa hace que esta maquine cómo extenderlo al mayor número de clientes posible. Así, a mediados de los años 90, en determinados colectivos se extendió su popularidad, pilotos y controladores aéreos poseían una buena formación, altas remuneraciones, control total de los cambios de divisa, salarios en otras monedas… Durante unos años prácticamente sólo este colectivo tenía sus préstamos hipotecarios en divisa, en yenes japoneses casi todos. Algunos elegían francos suizos, por su estabilidad como moneda aunque con tipos de interés algo más elevados que en Japón. Cuando en el año 2000 entró el Euro en los mercados financieros este adoptó una trayectoria ascendente respecto a otras monedas, haciéndose ésta más fuerte frente a otras divisas. Por ende la diferencia entre los tipos de interés que se pagaban en la zona euro frente a Japón cada vez era mayor y pagar tu hipoteca en yenes supuso llegar a pagar un 4% menos de intereses que en euros, lo cual, haciendo una cuenta fácil, de 200.000 € suponía pagar 8.000 € menos al año de intereses, atractivo ¿no?. Desde luego lo fue, y mucho, hasta 2008, noviembre concretamente, cuando los tipos de interés en la zona euro comenzaron su caída libre y el diferencial frente a los tipos de Japón cada vez era menor. Paralelamente el Euro se debilitaba y el contravalor a euros de la deuda que el cliente poseía en yenes cada vez era mayor.



Expliquemos esto con un ejemplo sencillo, el día que tu firmas tu hipoteca el banco transforma tu deuda en euros a yenes y pongamos que tú ahora tienes un préstamo de 100 MM de yenes con unas cuotas de 1 MM de yenes al mes. Si nosotros tuviéramos 100 MM de yenes en otra cuenta no habría ningún problema, pagaríamos el préstamo en yenes contra nuestros yenes y vale. Pero el problema surge de que todos los meses tenemos que comprar yenes (lo hace el banco automáticamente) para pagar nuestra cuota, y surge también de que si vendemos el inmueble tenemos que cambiar la deuda a euros para poder cancelarla. Así, cada vez que compramos yenes, además de la comisión de cambio tenemos que ir al mercado y comprarlos al precio que estén. Como ha sido el caso estos últimos 5 años, al debilitarse el euro frente al yen necesitamos más euros para comprar los yenes que precisamos para pagar nuestra cuota, y en consecuencia, si quisiéramos cancelar toda la deuda necesitaríamos muchos más euros que cuando firmamos. Si a todo esto le unimos la caída en el precio del inmueble hipotecado, nos encontramos, por ejemplo, con préstamos actuales de 400.000 € (al cambio de yen a euro) de una hipoteca que firmamos hace 5 años por 280.000 € sobre un piso que ahora probablemente no valga ni 200.000 €, teniendo en cuenta que llevamos 5 años pagando cuotas, que debemos un 30 o 40 % más de lo que firmamos, que nuestra cuota mensual cada vez nos cuesta más euros pagarla, que no podemos vender el inmueble y, lo que creo que es lo peor de todo, o al menos es lo que más preocupa a los clientes, que no sabemos qué pasará en el futuro. Este ejemplo es el reflejo de la situación de la mayoría de los clientes que firmaron este tipo de hipotecas. Ciertamente desesperante.
Bueno, y ¿por qué el banco ofreció este tipo de producto? El banco gana con la comisión de cambio que aplica en cada cambio de divisa (todos los meses), al ser un producto innovador y digamos exclusivo (pocas entidades lo ofrecían activamente) las comisiones y diferenciales aplicados también eran mayores, y, sobre todo, la máquina de hacer dinero para el banco es el diferencial de cambio de divisa que aplica, es decir, el tipo de cambio que aplica al cliente, el cual no es el de mercado, a este le suma un diferencial que, además, va implícito en el tipo de cambio y el cliente ni lo sabe ni lo ve reflejado en su cuenta.

¿Qué ganaba el cliente con este producto? Básicamente lo que ya he comentado, pagar unos intereses mensuales muy inferiores (entorno al 4% menos que en euros) apoyado por una evolución histórica muy favorable, del 2000 al 2008 los clientes que tenían este producto veían como su deuda se hacía al contravalor en euros cada vez menor y sus cuotas mes a mes eran cada vez más bajas, situación inversa a la de los últimos 5 años. No vamos a explayarnos en el estatus o reconocimiento social que tenía decir que tu hipoteca la tenías en yenes para no pagar casi intereses…
¿Qué consecuencias está teniendo este producto?, para la entidad que lo ha ofrecido está suponiendo un grave problema, de hecho se eliminó hace ya unos años la comercialización. Se mantienen unas deudas elevadísimas y ascendentes sobre inmuebles que no cubren ya ni el 50% de la deuda pendiente, además, sin expectativa de que esto se amortigüe o reduzca. Incremento en la morosidad, debido a la situación económica actual y que en este tipo de deudas el cliente está pagando cuotas mucho más elevadas que cuando firmó, además, sin posibilidad de vender el inmueble. Los embargos cada vez son más comunes.

¿Qué ofrece el banco como solución? Básicamente firmar una carencia de capital de 24 meses y pagar sólo intereses (en yenes) y esperar, o dicho vulgarmente, dar una patada hacia adelante al problema. También ofrece mejores condiciones de cambio de la deuda a euros, opción que prácticamente nadie contempla.


Como anécdota final recuerdo que en la entidad que yo trabajaba, donde ofrecimos y vendimos activamente este producto, se reconoció públicamente a un director de una sucursal de Madrid que presumía de sólo firmar hipotecas en divisa en su oficina. A este individuo lo pasearon por toda España dando charlas de cómo y por qué vender este producto, recuerdo cómo alardeaba de la cantidad de dinero que ganaba su oficina gracias a las comisiones y a los cambios de divisa y de cómo nos trataba de ingenuos al no seguir su misma táctica. En estos últimos años nadie ha vuelto a preguntar ni por esta oficina ni por este individuo, pero al ser reconocido y paseado por los jefes dando charlas por toda España, y al ser insólito e impensable el reconocer un claro error por parte de la directiva, lo más seguro es que esta persona o siga en su puesto o haya ascendido, de esta forma el error queda soterrado entre todos.



lunes, 8 de julio de 2013

El Renting, un producto donde pagas el servicio que ofrece

Este producto es muy similar al leasing y consiste en la adquisición, por parte de la entidad financiera, del bien que el cliente elige, a quien le es entregado para su uso por un periodo determinado de tiempo, normalmente coincidente con la vida útil del bien. Durante todo el tiempo que dura el contrato el arrendador gestiona y contrata una serie de servicios, como el seguro, el mantenimiento y las reparaciones. Finalizado el periodo acordado el cliente devuelve el bien y lo sustituye por uno nuevo que él elija.

La cuota pagada por el cliente se compone de 4 conceptos:

Cuota de alquiler del bien, compuesta por el coste de la inversión, el valor final de mercado, el plazo o período de arrendamiento y el tipo de interés del capital destinado a la adquisición del vehículo.

Cuota de los servicios prestados, aquí se incluyen los costes estimados en función de los servicios contratados y los kilómetros previstos recorrer, ya que de estos dependerá el gasto estimado en reparaciones y mantenimiento recomendado por el fabricante.

Cuota del seguro y daños. La obligación de estar asegurado recae sobre el propietario del bien y sobre el usuario. El arrendador contrata un seguro de cobertura del bien (a todo riesgo) e incluye como tomador al arrendatario del bien, al cual le repercutirá mensualmente el coste de la póliza

Impuestos: El arrendador repercute el IVA de la cuota por el total de conceptos (alquiler, servicios y seguro)

Aspectos a tener en cuenta:

El incumplimiento del contrato por parte del arrendatario posibilita al arrendador a denunciar el contrato y a reclamar el bien, en último caso, mediante denuncia en la policía por apropiación indebida.

En determinadas compañías de Renting incluyen la cláusula de que en caso de impago el arrendador, si localiza el bien (vehículo) este se lo pueda llevar sin previo aviso.

Las entidades que no poseen compañía propia de Renting y que simplemente intermedian repercuten un porcentaje en concepto de comisión, implícita también en la cuota que el cliente paga. Esta comisión puede oscilar entre el 1 y el 5 % y no tiene por qué ser conocida por el cliente, a este simplemente suele comunicarsele la cuota mensual que pagará.

Clientes objetivo:

Empresas que priman más el servicio prestado y las coberturas del contrato que el precio mensual en concepto de alquiler. Valoran en mayor proporción que el precio el servicio que presta este producto, el delegar todos los servicios, en ciertas empresas y bienes, compensa el plus en el precio mensual.

Normalmente flotas de vehículos o maquinaria muy específica donde la empresa decide acogerse a esta modalidad para despreocuparse del mantenimiento del bien y renovarlo cada x años.

Ejemplos pueden ser: Empresas de alquiler de vehículos, empresas de autobuses urbanos, empresas de trasporte de mercancías, empresas con numerosos comerciales...

Garantías:


Normalmente la garantía es el titular de la operación y el propio bien, sobre él básicamente se estudia el riesgo que acarrea la operación, pero si la solvencia de la empresa solicitante no cubre el riesgo se pueden solicitar garantías adicionales, habitualmente personales de los socios. En este producto el bien financiado es relevante dado que la recuperación en caso de impago es más facil y rápida que con otro producto. Por otro lado se estudia la solvencia del titular e incluso de posibles avalistas si la solvencia de la empresa no está clara.


jueves, 4 de julio de 2013

El Leasing, qué es y cuándo podemos solicitarlo

El leasing es un contrato de arrendamiento financiero que realiza el cliente con la entidad bancaria, es un contrato mediante el cual el arrendador da derecho al arrendatario a utilizar el bien a cambio de unas rentas por el alquiler del mismo. La propiedad del bien es de la entidad financiera hasta que cuando finaliza el contrato el cliente tiene la opción de comprar el bien por el valor residual acordado en contrato, normalmente una cuota más. Si no desea adquirirlo puede devolver el bien o renovar el contrato.

El valor residual se calcula por la diferencia entre el precio pagado por el arrendador más intereses y gastos menos las cuotas pagadas por el arrendatario.

Los bienes financiables son activos de inversión productiva para la empresa, para el caso de leasing inmobiliario serán naves, oficinas o locales y para leasing mobiliario serán vehículos, equipos o maquinaria.

Plazos:

Los plazos van directamente relacionados con la vida útil del bien (mínimo 2 años para bienes muebles y 10 años para inmuebles). El análisis de riesgo en cuanto al plazo de la operación es prácticamente el mismo que el realizado en préstamos, algo más exhaustivo por contemplar la recuperación y venta en caso de impago.

Garantía:

El bien financiado es la garantía principal para la entidad, además del titular de la operación y garantías adicionales (avalistas, pignoración, hipoteca) que se hayan podido recoger. Al estar el bien a nombre de la entidad el proceso ejecutivo por impago es mucho más rápido, llegándose habitualmente al acuerdo con el cliente moroso de la entrega del bien como dación en pago.

Los bienes financiables tienen que tener valor en sí mismos porque en caso de impago la entidad lo recupera y tratará de venderlo a un tercero para cubrir su deuda. Como ejemplo, una instalación eléctrica o un trabajo de pintura y albañilería no sería financiable mediante leasing.

  
Aspectos a tener en cuenta:

Si el bien sufre una fuerte depreciación al iniciar su uso, o la solvencia del titular es dudosa, la entidad puede exigir una cuota inicial elevada para compensar este riesgo, así mismo no aceptará un valor residual alto, interesará que se amortice lo más rápido posible y que no quede una elevada cantidad para la última cuota, lo cual dificulta la venta final y entraña riesgo adicional en caso de impago.

Cuanto más valor tenga el bien financiado menos garantías adicionales pedirá la entidad. Por ejemplo, en caso de financiar un molde, bien muy específico y con un precio elevado, sería común exigir garantías adicionales o una solvencia clara del titular.

La financiación es del 100% del bien, la entidad lo compra y lo alquila. La cuota de alquiler es deducible como gasto, además la ley permite una amortización acelerada con el fin de repercutir más gasto a la cuenta de resultados, y por ello pagar menor impuesto sobre beneficios. Por otro lado, la solvencia de la empresa no se perjudica puesto que la libera de endeudamiento.

De cara a la autorización de riesgos esta fórmula es más viable, siempre que cumpla las condiciones que requiere un préstamo, en el leasing la entidad tiene la ventaja de tener una garantía adicional o un contrato donde el proceso de recuperación del bien se contempla.

Los contratos suelen incluir cláusulas de responsabilidad penal en caso de incumplimiento.

Fiscalidad:

La entidad de leasing soporta el IVA por la adquisición del bien, puesto que es la propietaria, y al cliente le repercute el IVA en cada cuota pero en concepto del servicio de arrendamiento, no de la adquisición. Son IVAs por conceptos distintos, uno por adquisición del bien y otro por el servicio de arrendamiento.

Lease back:

Esta opción es común en grandes empresas y en operaciones muy concretas, para activos inmobiliarios. La empresa vende a la entidad de leasing un bien de su propiedad para que éste le sea arrendado durante un período. La empresa obtiene liquidez, descarga su balance con menor endeudamiento o mayor liquidez, saca un activo de su balance y, además, se salvaguarda la opción de recomprarlo en un período de tiempo. Respecto a la entidad de leasing obtiene un bien a un precio probablemente ventajoso y obtiene una rentabilidad por el arrendamiento del bien.

ICO:

Este producto también permite ser financiado con fondos ICO, esta institución requiere una serie de condicionantes en los bienes financiados y en las operaciones realizadas. Las condiciones económicas, los plazos y la posibilidad de carencia son prácticamente las mismas que para los préstamos ICO.