jueves, 26 de diciembre de 2013

Corporaciones peores que la Mafia

La Mafia, o crimen organizado, para ser más exactos con el término, se caracteriza por sus técnicas violentas de extorsión y presión, pero hay algo que para ellos merece un respeto máximo y esto es la vivienda de la víctima, su casa y su familia. Estos dos conceptos deberían ser sagrados para cualquier tipo de relación empresarial y comercial, de hecho, cuando organizaciones violentas y criminales lo respetan parece lógico que no fuera ni siquiera cuestionable. Sin embargo, lamentablemente, esto no es así.


Amparados por una ley injusta los bancos se permiten presionar y acosar a quienes no pueden asumir una deuda, sus medidas no son peores que las de la Mafia, quizá sean distintas, pero no menos dañinas. Llamadas telefónicas continuas amenazantes, buro faxes que con términos jurídicos hacen que veas a tu familia fuera de su casa, visitas personales al domicilio en momentos familiares (a la hora de comer o a última hora del día), en definitiva, una presión psicológica extrema. Lo peor es que les ampara la ley y que su poder y capacidad de presión llega al límite, a dejar a toda una familia sin hogar.

Desde los despachos, donde nunca se ven manos manchadas, utilizan el amparo de la ley, en muchas ocasiones únicamente como castigo al deudor, y no como búsqueda de compensación económica y rentabilización de la operación, lo cual tampoco sería lícito, pero al menos les serviría como excusa y justificación. Créanme, es común oír palabras frías e inhumanas que entrevén un sucio poder para el que las pronuncia y un castigo para el que van referidas.

Es inadmisible que un banco deje a una familia en la calle amparado por la ley, de forma impersonal e indiscriminada, y que esa vivienda quede cerrada durante meses o años a la espera de un comprador oportunista y probablemente especulador que estará dispuesto a pagar, en la mayoría de los casos, un valor irrisorio, y que rara vez cubrirá la deuda de la víctima.

Si se hacen cuentas en muchas ocasiones se perdería menos tiempo y dinero tratando el caso personalizadamente, proponiendo una pronta solución acorde con la situación. No tiene sentido que una persona, como ejemplo, se hipoteque en 100.000 € sobre un piso que el banco tasó en 130.000 € hace 5 años, que hoy el deudor no pueda asumir la deuda de 95.000 €, entre en un proceso de impagos y consecuentes amenazas, viva la expulsión de su casa y que un año después de empezar los impagos ésta se embargue, se  tase en 60.000 €, se subaste y se adjudique a un tercero por 50.000 €. ¿Tan complicado es pensar en llegar a una solución intermedia y no haber beneficiado a un comprador oportunista y por parte del banco haber asumido una pérdida de 45.000 € (más gastos del proceso)? No deja de ser un ejemplo, pero estas cuentas reflejan una realidad. Una realidad en la que siempre ganan y pierden los mismos.

Con razón se está relanzando el término Bankster, que surgió tras la gran depresión de 1929, donde unía los conceptos Banker y Gangster. Sin duda, las familias que tan traumáticamente viven los desahucios preferirían tratar con organizaciones mafiosas, al menos el daño, aunque físico, sería menor. 


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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tiempos distintos que los de William le Bole

El estudio de la economía, hasta finales del siglo XVII, era un estudio básicamente social, nada que ver con métodos y variables estadísticas. Se centraba en aspectos éticos y en políticas que buscaban el bienestar social. El punto de inflexión puede decirse que fue el estudio estadístico sobre la población de Inglaterra que realizó Gregory King en 1696, aunque hasta el siglo pasado no encontramos conceptos como Producto Interior Bruto o Renta Nacional.

Así, es especialmente interesante la visión económica anterior a este cambio conceptual. El pensador Tomás de Aquino aportó estudios muy interesantes, concretamente los referidos a la implicación moral de los precios, aseguraba que la avaricia es un pecado mortal (afirmación seria contextualizada), e introdujo el término “precio justo”, donde reconocía un razonable beneficio englobado en el precio, rechazando un beneficio excesivo. Definía el precio justo como aquel en el que el comprador, tras haber manejado una información veraz sobre el producto, accedía a comprar la mercancía en cuestión.

De la misma forma que el erudito de la Edad Media promulgaba esta teoría, 800 años después, seguimos discutiendo este mismo tema. Los precios, su justicia y sus formas de fijación las encontramos en las ideas socialistas (fijación de precios por el estado), las neoliberales (dejan actuar al mercado como único fijador de precios) o las intervencionistas (que por cuestiones económicas o morales abogan por la intervención del Estado).  Además, y de forma más concreta, la fijación de precios justos están en continúa polémica, en los salarios mínimos y en los salarios máximos, haciendo especial mención a los escandalosos sueldos, bonus y retribuciones varias de los banqueros.

Cuanto ha llovido, para fortuna de algunos, desde que en 1321 a William le Bole le descubrieron las autoridades engañando en el peso del pan que vendía en su comercio londinense, su estafa en la fijación del precio fue castigada siendo arrastrado públicamente por las calles de Londres.


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Esta reciente noticia seguro que nos ayuda a entender mejor de lo que estamos hablando:


viernes, 1 de noviembre de 2013

La Bolsa, ¿apostamos al rojo?

Continuamente escuchamos dentro de las noticias económicas las fluctuaciones diarias del Ibex 35. La seriedad y convicción del reportero, junto a las trasnochadas y alejadas de la realidad imágenes de jubilados mirando las pantallas de Bolsa de Madrid, hacen parecer que la noticia tiene algún interés. Merecen también una mención las imágenes de archivo de la televisión de ejecutivos estresados hablando por el móvil o las de un bancario mirando cuatro pantallas con gráficos. Si usted esto no lo ha entendido nunca, o simplemente se siente frustrado por no estar dentro de ese mundo y no tener los conocimientos para interpretar estas noticias, no se preocupe, voy a intentar hacerle algunas aclaraciones importantes para la próxima vez e intentar que le de la importancia que merece.

                                   


Empecemos definiendo brevemente qué es el Ibex 35 y en general qué es la bolsa. Las empresas, cuando alcanzan una serie de parámetros (volumen de ventas, número de empleados, requisitos legales, ect) tienen la posibilidad de vender participaciones de su empresa públicamente en un mercado regulado (la bolsa), con el objetivo principal de conseguir liquidez o financiación mediante la entrada de accionistas que esperan sacar un rendimiento a su dinero, bien vía reparto de beneficios (dividendos) o bien con el incremento del valor de las acciones que han comprado (plusvalías). Los beneficios de salir a bolsa parecen ser también otros, como la proporción de transparencia o el conocimiento inmediato de la bondad de las decisiones tomadas. Bien, pues el Ibex 35 son las 35 mayores empresas de España que cotizan en bolsa, a ellas se les da una valoración y una asignación proporcional de puntos, de ahí que oigamos que el Ibex sube o baja x puntos, el Ibex no deja de ser un indice que aglutina varias empresas y a este hay que darle una forma para valorarlo. Cuando le dicen que ha subido el Ibex parece ser una buena noticia y como luego aclaran que Telefónica o Santander, o la que sea, ha variado su valor ya nos suena más familiar, todos tenemos alguna referencia de estas empresas y parecemos entender qué significa que Telefónica incremente el valor de su acción. Finalmente hay que aclarar también que una acción es una pequeñísima parte de la empresa y como tal tiene un valor en euros. El valor viene determinado por las expectativas acerca de la empresa, de sus decisiones, de noticias, del sector, del país en el que opera...

                                                 

Una vez aclarados muy brevemente estos puntos vamos a decir en la práctica y en la calle qué es la bolsa. Sin duda esta es un simple mecanismo socialmente aceptado, e incluso bien visto, de juego y especulación donde a toro pasado todas las variaciones del valor de la acción tienen una explicación económica y que antes nadie había podido predecir con certeza. La inversión o compra de un paquete de acciones responde a intuiciones, apuestas, azar o a la recomendación de un periódico manipulado. Qué diferencia encuentra usted en poner su dinero en una acción de una empresa de la que por mucho que crea no sabe nada y apueste a que suba y en ir a la ruleta del casino y apostar al rojo. Yo la única que veo es la percepción social que su entorno y usted mismo tenga al respecto. Le aseguro que en muchos años no he encontrado prácticamente a nadie que juegue en bolsa con verdadero conocimiento de causa y por supuesto ninguno que de media haya ganado una cantidad respetable de dinero, hay que tener en cuenta que cuando alguien gana algo en bolsa hace que se enteren todos sus vecinos, pero cuando pierde, ademas de ocultarlo, se excusa diciendo que ya subirá, que a final de año se recupera la bolsa, que hay que esperar, que es un inversor a largo plazo, que hasta que no venda no pierde, que así diversifica riesgos o que los dividendos van compensando la caída, aunque la mejor de todas es la de que es mejor que baje porque así se compensan plusvalías para la declaración de la renta. Pamplinas, si usted invierte, o apuesta, y su dinero no hace más que minorar está perdiendo dinero, llámelo como quiera.

La bolsa es el gran agujero legal donde pequeños ahorradores ponen su dinero con idea de sacar una rentabilidad mayor que la ofrecida en otros productos financieros y lo único que consiguen, ademas de entretenimiento y relativa distinción social en su entorno, es ver caer sus ahorros de forma prolongada en el tiempo, vía acciones directamente, fondos de inversión, planes de pensiones o, si quieren, de una forma mucho más vergonzante, vía derivados financieros e instrumentos de variada ingeniería financiera.

Si lo que usted quiere es preservar sus ahorros aléjese de este mundo, por mucho que le persuadan en su entidad bancaria, las comisiones aquí son demasiado atractivas como para dejar escapar una oportunidad. Las cuentas corrientes, los plazos fijos o fondos de inversión ultraconservadores seguro que serán suficientes para guardar sus preciados ahorros.

Dicho esto piense en el significado práctico para su día a día de la noticia que oirá muy a menudo acerca de las décimas porcentuales que ha variado el Ibex, ¿realmente creen que esto le interesa a alguien con la situación económica que estamos viviendo?. Algún otro economista me podrá discutir que el Ibex es el reflejo de la situación empresarial del país, que la bolsa nos adelanta el futuro de la economía o demás argumentos docentes que todos hemos estudiado, yo personalmente creo que estos sólo son elementos adicionales y justificantes de la especulación.

Por cierto, adivine quién gana verdaderamente en este juego, en su respuesta encontrará la similitud definitiva con el casino.


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sábado, 19 de octubre de 2013

Seguros en banca, una mera comisión encubierta

El ruinoso resultado en los últimos años del principal negocio bancario, prestar dinero, hace buscar a la desesperada alternativas rentables y sin riesgo para compensar la empicada caída crediticia cruzada con la alarmante subida de la morosidad. Prestar dinero entraña un riesgo en sí mismo, riesgo a que el dinero prestado no sea devuelto.

Calculen qué significa ganar un 2% (neto, aproximadamente) anual del importe del préstamo frente al riesgo de que no le devuelvan el montante de la operación, si a ello le añadimos una crisis económica sin precedentes y que de media actualmente el 12% de lo que ha prestado no se lo están devolviendo, imagínese la ruinosidad de su negocio, por mucha ingeniería financiera y maquillaje del balance que haga. Tarde o temprano debe reorientar su negocio. De hecho esto es buena parte de la explicación de que el 80% de las entidades financieras hayan desaparecido en el último año.

En teoría económica vender seguros en un banco se llamaría aprovechar una economía de alcance, lo cual quiere decir que un banco se pone a vender seguros porque es un producto con similitudes o relaciones claras con los productos bancarios, porque tiene la infraestructura comercial para realizarlo y, además, en muchos casos existe una aseguradora como empresa propia del grupo corporativo.

El negocio es perfecto, se acuerda con la aseguradora un porcentaje de comisión por seguro vendido (entre el 20 y el 60% de la prima anual), es un producto que no entraña ningún riesgo en sí mismo, el cliente paga la cuota por algo que normalmente entiende perfectamente y si sucede el siniestro cubierto deberán dirigirse a un teléfono de atención al cliente directamente de la aseguradora. Así, el banco gana dinero vía una comisión excusada y recurrente, no ofrece ningún servicio posventa y no asume ningún riesgo. Sin duda  el negocio es mucho mejor, hoy por hoy, que el de prestar dinero.

Ahora bien, como ya hemos expresado en anteriores entradas, la presión comercial bancaria y su vampírico afán de beneficio, extralimitan la venta de seguros. Los comerciales, presionados diariamente e inmersos en rankings de venta aluden y recuerdan continuamente a los clientes la posibilidad de que les ocurra el siniestro cubierto en el seguro objetivo de venta del mes. Seguros de muerte (llamados de vida eufemísticamente), seguros de hogar, de decesos, de repatriación, multirriesgos de empresas, de salud, de vehículos, de desempleo, de lo que sea, qué más da qué cubran, sólo importa la comisión que se va a cobrar y la subida en el ranking que ello supone. Cambiar el peso del cliente, modificar su edad u omitir enfermedades y problemas de salud del cliente para evitar sobrecargos y facilitar así la firma del contrato; o paralizar la firma de una operación vital para el negocio del cliente en el mismo notario y condicionarla in extremis a la contratación de un seguro; son prácticas corrientes, en muchos casos incluso sin que el propio cliente sea conocedor de ellas.



Lo lamentable no es que en un banco se vendan seguros, ni que de haya intrusismo en el sector asegurador, sino que la red comercial, además de no estar debidamente formada y desentenderse por completo de la posventa, el incentivo de esta para sacar una operación de financiación adelante y luchar por ella o simplemente del interés que se pone por un cliente, única y exclusivamente sea, en muchos casos, el importe de la prima que se va a cobrar en concepto de seguro.

Una vez más se desvirtúa y pervierte el sentido del sistema bancario, sería entendible y aceptable que la banca ofreciera seguros como servicio adicional, pero sus formas no distan de las que venimos apreciando en la venta de tantos otros productos. Para fortuna de la banca, la improbabilidad de que suceda el siniestro y la habitual correcta respuesta de la aseguradora  juegan muy a su favor.


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domingo, 22 de septiembre de 2013

Políticas de RRHH que aprenden del Nazismo

En la portada del principal periódico del partido Nazi (Völkischer Beobachter) del 21 de abril de 1934 vemos como Heinrich Himmler pasa a ser responsable de la Gestapo (policía secreta Nazi) y Comandante de la Policía Política de los Estados Federales, cuya función básica será sembrar el terror en la población y consolidar la expansión del imperio Nazi. Ya no vamos a entrar en el fondo de este hecho sino en la forma de algunos detalles de esta portada.



Por otra parte, el ascenso democrático al poder del partido Nazi todavía hoy se sigue estudiando en las universidades de programas en comunicación de todo el mundo, como ejemplo de campaña de promoción y publicidad, sin esta ejemplar campaña nunca hubieran llegado al poder, ni se explicaría que después de numerosos fracasos electorales finalmente obtuvieran alrededor del 40 % de los votos.

Además, paralelamente encontramos otro dato del régimen Nazi que quiero comentar para luego enlazarlo todo con algunas políticas de recursos humanos que aún hoy percibimos en las grandes empresas. Uno de los grandes problemas al que el régimen se enfrentaba, y que pocas veces nos hemos parado a pensar, era el inmenso desgaste mental y trastorno psicológico que padecían los trabajadores y ejecutores de las órdenes que llegaban desde los mandos en los campos de concentración. Para ello idearon y extendieron lo que se llamaría “dilución de responsabilidades” y que consiste en que nadie crea que es el responsable último o final del sufrimiento y la barbarie que entre todos proporcionaban, si todos creen que con su acción no es el responsable final y que es un mero actor de una cadena de acciones, psicológicamente será mucho más llevadero y, por ende, se actuará sin escrúpulos y de forma más eficaz.




Detallados estos puntos, y si han trabajado en alguna gran empresa, quizá ya intuyan de qué estamos hablando. Las grandes empresas con avanzados departamentos de Recursos Humanos se focalizan en buscar un compromiso pleno del empleado, por un lado ejerciendo un control sobre su persona y por otro convenciéndole de que su trabajo es el soporte de su vida, no económicamente, que hasta aquí podría estar de acuerdo, sino personalmente. Este control personal y compromiso máximo del empleado se traduce en dinero para la empresa, cuyo concepto es el único objetivo, especialmente si pensamos en el sector financiero.

El control personal se ejerce buscando una falsa e interesada confianza para llegar a conocer cuantos más aspectos personales mejor y, cada vez más, apoyándose en la tecnología, con un control de las redes sociales en las que participa el trabajador, localizadores GPS en el móvil del trabajo, programas para teletrabajar desde cualquier sitio a cualquier horario o comunicaciones importantes fuera de horario de trabajo que poco a poco hacen que nunca desconectes. Tanto la Stasi (Servicio de inteligencia soviético en la RDA) como la Gestapo (policía secreta Nazi) buscaban el control total sobre la población mediante su conocimiento personal, esto les daba poder, poder sobre la población y poder político en definitiva.

Respecto a la búsqueda del convencimiento de que fuera de la empresa no hay vida posible, encontramos políticas de continua e incesante promoción interna basadas en un nombramiento de cargos rimbombantes y vacíos de contenido; elogios gratuitos en público; continuas reuniones y comidas de empresa; falsas promesas de llegar a un puesto que hará que tu vida cambie; encuestas periódicas de satisfacción del empleado y rankings y reconocimientos manipulados para mostrar que la empresa en la que trabajas es la mejor del país; y una vestimenta impecable y formal que sólo buscan el engaño del que la lleva y del que la mira.

En la portada donde aparece el nombramiento de Himmler vemos sus grandes puestos corporativos, siempre sonoros, en mayúsculas y mostrados en público con un envoltorio de elogios y reconocimientos a su entrega a la empresa; 80 años después continua el mismo método en las grandes empresas, aunque lamentablemente los puestos de Himmler no estaban vacíos de contenido, como antes dije, hablamos más de la forma que del fondo.

Finalmente el otro punto destacado, la biensonante “dilución de responsabilidades”, claramente se sigue utilizando en la actualidad, en una gran empresa que presume de inmensos beneficios no siempre se utiliza como premisa la ética personal, los departamentos de Recursos Humanos tienen que saber cómo gestionar que el peso de las decisiones de los mandos no recaiga sobre una persona en concreto, que todos puedan tener alguien al que echar la culpa final de una difícil decisión, y así pensar que nunca el ejecutor es uno mismo. Esto se consigue mediante un entramado de departamentos y responsables sin una clara función pero que sí ayudarán a la perfecta canalización de las decisiones y a que el engranaje funcione a la perfección.

El régimen Nazi utilizó esta táctica en el penoso extremo del ser humano, lo que vemos hoy en este aspecto es simplemente una dilución del término.


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* Esta entrada está publicada el 22 de septiembre de 2013, menos de un mes después, el 18 de octubre, nos encontramos con una noticia que soporta este artículo. Con la muerte del oficial nazi Erich Priebke, sacan a la luz declaraciones suyas de antiguas entrevistas, donde ejemplariza la dilución de su responsabilidad, a pesar de ser un alto cargo en el régimen, alude a la presión que soportaban los ejecutores finales de las directrices y, finalmente, relata que su propia vida dependía del desarrollo correcto e impecable de las directrices marcadas.

http://actualidad.rt.com/actualidad/view/108892-nazi-erich-priebke-ordenes-hitler?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=actualidad

viernes, 6 de septiembre de 2013

En Bruselas se vislumbra al Apartheid

En 1913 los colonos europeos en Sudáfrica instauraron la Ley de la tierra de los nativos, donde básicamente se les arrebataban sus tierras y se creaban los “homelands”, lugares donde hacinaban a los nativos y los condenaban a la pobreza. Eliminar su propiedad privada, además de otras medidas que se instauraron contra ellos (imposibilidad de estudiar, de crear una empresa, de aprender un oficio…), erradicaba toda la opción de prosperar económicamente. Los colonos europeos observaron que los negros nativos evolucionaban económica y personalmente conforme desarrollaban la agricultura, como era lógico. Para los colonos suponía un problema esta mínima evolución económica de los nativos, debido a que requerían su mano de obra para la explotación de las minas de oro y diamantes, mano de obra que no iban a obtener a los precios que proponían si no empobrecían radicalmente a la población negra. Así, el objetivo de las medidas que instauraron los colonos fue empobrecer a los nativos de tal forma que se lanzaran a trabajar a las minas casi a cualquier precio. Bien, pues entre 1911 y 1921 el sueldo medio en la minería en Sudáfrica se redujo un 30%, y 40 años después seguían un 12% más bajo que en 1911, teniendo en cuenta que este país tuvo un crecimiento económico estable durante este período. Gracias a ello Sudáfrica llegó a ser el país más desigual del mundo.



Esto nos deja varios matices y conclusiones para analizar la situación económica actual:

Está claro que además del dato de crecimiento de la producción industrial, de las exportaciones, del crecimiento de la inflación y de variables económicas lejos del día a día y del entendimiento de la población, deberíamos empezar a fijarnos en variables mucho más relevantes para medir la calidad de vida de un país. Hablamos de medidas de desigualdad, de bienestar, de empleo, de igualdad de oportunidades, de discriminación racial y sexual, de analfabetismo,  de integración, de natalidad y mortandad o de conciliación familiar. Medidas que pasan siempre de largo y que nunca se presentan como las realmente importantes, quizá no interesen políticamente.

Recientemente la Comisión Europea (avalada por el FMI) lanzó una recomendación a España, dentro de su desarrollo agresivo de políticas neoliberales. El consejo, sin el más mínimo fundamento teórico, es una bajada directa y adicional en los sueldos del 10%.  Rebaja que se supone se aplicaría a los pacientes empleados públicos y a los empleados de las pymes españolas (99% sobre el total de empresas) que tienen la suerte de mantener aún su trabajo. Rebaja del 10% que deberíamos sumar a las desaparecidas pagas extras, a las inexistentes horas extras, a las rebajas ya pactadas estos años atrás, a los ERE que se traducen en menos sueldo neto, al cambio de empleo aceptando menor sueldo, a las no actualizaciones del IPC en los salarios y a la generalizada inestabilidad laboral que existe, y que también se traduce en una mayor incertidumbre, una peor expectativa, una menor inversión y un casi nulo consumo interno. Cuesta creer que el consejo haya salido de alguien con alguna mínima noción de economía, ya no digo del Fondo Monetario Internacional…

Si en la historia Sudafricana del Apartheid cambiamos “colonos europeos” por “grandes capitales” y “población nativa negra” por “obreros y empleados” encontramos un relato que no difiere tanto de las medidas y recomendaciones que nos llegan impuestas desde Bruselas. 


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viernes, 9 de agosto de 2013

Las medidas del conde Egor Kankrin se repiten

Cuando el conde Egor Kankrin fue nombrado Ministro de Finanzas en 1823 bajo el mandato absolutista del Zar Nicolás I, entre sus reformas económicas encontramos una que podemos, de alguna forma, asemejarla a la situación actual. Egor destacó por sus medidas archiconservadoras que buscaban como único objetivo mantener el estatus privilegiado del gobierno ruso y de alejar al pueblo de cualquier opción de progreso económico y social, manteniendo un sistema de servidumbre que ahogaba a la población. Entre sus medidas, por ejemplo, estuvo evitar cualquier línea de ferrocarril en el país.

Aquí destacaremos únicamente la que nos interesa; como condición necesaria para obtener un préstamo en el banco público ruso (el único que había) estableció que la garantía del mismo fuera un siervo, la consecuencia inmediata era que eliminaba todas las opciones para que agricultores, comerciantes y artesanos pudieran endeudarse con el fin de invertir en su negocio y así mantenerlos siempre pobres sin ninguna opción de inversión en innovación y tecnología, esto, extrapolado a mayor escala, ayudó en buena medida a que Rusia arrastrara su pobreza hasta bien entrado el siglo XX.

                                                   

Bien, casi 200 años después podemos encontrar una clara similitud con la situación actual, con algunas diferencias que podemos detallar:

·         La banca ahora es privada, aunque como bien sabrán buena parte de ella está nacionalizada y politizada y otra parte casi monopolizada, es un oligopolio para ser exactos, así que este punto no difiere tanto.

·        El gobierno español no ha creado una medida tan explícita como exigir un siervo como garantía, pero sí tiene mucho que ver en la falta de supervisión por parte del Banco de España; en la incompetencia en los consejos de administración de las Cajas de Ahorro; en los intereses de los sectores de poder económicos y políticos y en la corrupción entremezclada de grandes empresarios, banqueros y políticos.

·       Actualmente no hay que llevar a un criado como aval bancario, pero los niveles de exigencia para la obtención de crédito se están desproporcionando.

Salvo esto, y en lo que sólo respecta al crédito, no veo más diferencias. Las pequeñas empresas ni se molestan en acudir al banco a solicitar un préstamo, saben que bien le será denegado o bien que los intereses que les van a repercutir son tan altos que no podrán compensarlos con los ajustadísimos márgenes que la crisis les ha impuesto. A las entidades prácticamente sólo llegan operaciones de trabajadores que buscan comprar un puesto de trabajo mediante pequeños comercios y autoempleos varios, es esto o estar en paro quizá el resto de su vida.

Cierto es que en los últimos 10 años nos hemos endeudado todos al límite, pisos a precios irracionales, coches de lujo, viajes cada año a un país distinto, y en general un nivel de vida que no nos correspondía, siempre proporcionado por crédito bancario, por dinero ficticio, por apuntes en cuenta, por humo, en definitiva. El ser humano es ambicioso por naturaleza y todos estábamos encantados de vivir como ricos, pero el límite llegó y como subió se desplomó, un dinero que no existe y que no se respalda por recursos naturales no aguanta nada, el propio mercado ajustó el exceso, o como dirían los seguidores del célebre Adam Smith, la mano invisible actuó.



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domingo, 4 de agosto de 2013

Plazos fijos, cuidado con las alternativas que nos ofrecen

Los depósitos a plazo fijo, imposiciones a plazo o plazos fijos, son las denominaciones que tiene el producto más seguro para las inversiones de los ahorros que ofrece la banca a sus clientes. Resumidamente se refleja en el contrato el importe a invertir, el plazo de la inversión y el tipo de interés (anual o TAE) al que se van a remunerar esos ahorros, siempre bajo la denominación que indico. Muy simple y muy claro, tanto dinero dejo estos meses y me pagas tanto. Estas inversiones, junto con el dinero que tengamos depositado en las cuentas corrientes, están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta un límite de 100.000 € por titular, es decir que si el banco quebrara el Estado nos cubre un máximo de 100.000 €, por este motivo los clientes en estos últimos años, ante la incertidumbre en el sistema bancario, diversificaban sus ahorros entre varias entidades, siempre y cuando poseyeran más de 100.000 € de ahorros, lógicamente.

¿Cuál es el problema? Para el cliente sólo es que el interés que se ofrece es relativamente bajo respecto al que hipotéticamente podría llegar a ofrecer otro producto con algo más de riesgo, a más riesgo más interés esperado, otro tema es la realidad. El principal problema radica en la banca, los plazos fijos llevan márgenes de beneficios muy bajos o nulos, la elevada competencia y el escarmiento de la clientela para invertir sus ahorros en cualquier otro producto hacen que la competencia por atraer dinero lo haya dejado como un mero producto gancho, que los empleados de las sucursales deberán rentabilizar. La escasez de dinero ha creado una lucha entre entidades por captar dinero y como toda lucha gana el mejor postor, al menos hasta que el Banco de España estableció un límite máximo para la remuneración de los plazos fijos y así frenar esta batalla que, además de ahogar la cuenta de resultados de la banca, indirectamente perjudicaba al propio Estado por haberse tenido que quedar las entidades quebradas.

¿Cómo rentabiliza esto la entidad? Partimos de que el propio producto va tan justo de margen que no produce beneficio y si a esto le imputamos el coste de transformación (empleados, sistema informático, infraestructura, papel…) y el coste de entregar al Fondo de Garantía de Depósitos un porcentaje de la inversión (0,20 %), obtenemos una pérdida, para que se hagan una idea podemos hablar de 50 o 100 € como media por plazo fijo (depende del importe, del tipo y del plazo contratado). Aquí entra entonces la acción comercial de la red de oficinas y de la banca telefónica. Si el cliente deja su dinero 6 meses y para ello además viene a la oficina varias veces, tendrán que aprovechar al máximo esas oportunidades para cruzar (como se dice en jerga bancaria) todo tipo de productos que sí son rentables y, por supuesto, intentar por todos los medios convencer al cliente para que en lugar de un plazo fijo contrate el producto de inversión en campaña que nada tiene que ver.

El banco crea estructuras de inversión que pretende vender como fijas, seguras, con muy poco riesgo y dejando abierta una pequeña posibilidad a que exista una pérdida, para curarse en salud cuando esta ocurra, que por desgracia no son pocas veces. Esta puerta abierta a la pérdida del dinero no siempre es explicada por los empleados de la entidad, muchas veces sólo está reflejada en la letra pequeña de alguna de las hojas del contrato que nos entregan para firmar, por ello siempre hay que leerlo todo y preguntar y ante la duda no firmar.

Productos estructurados, fondos garantizados, pagarés, participaciones preferentes, bonos, depósitos estructurados, depósitos referenciados a índices y valores, fondos de renta fija, fondos de renta variable con el 75% de la inversión en renta fija, fondos conservadores y/o moderados, etc. Todos ellos tienen riesgo y no tienen nada que ver con los plazos fijos, por mucho que los empleados bancarios, asediados por la presión comercial, pretendan venderlos como tal y por mucho que los departamentos pensantes intenten ponerles nombres que llamen a la confusión. Estos productos llevan implícitas comisiones de gestión o intermediación que oscilan entre el  1 y el 3 %. Como matiz, un 3 % de 50.000 € son 1500 € de comisión que el banco directamente se embolsa nada más firma el cliente, además sin que éste lo vea, ya que está implícita y aunque el cliente vea que tiene 50.000 € el banco ya ha descontado los 1500 € de la comisión. Nada que con contratar un plazo fijo.

Sí es cierto que cada vez la banca estudia y ofrece productos más sencillos que hagan parecerse más a un plazo fijo, pero esto es simplemente porque hoy por hoy si no es así no se vende ni uno. Yo, personalmente, siempre he pensado, y al final de mi trayectoria en banca así de claro lo decía al cliente, que un interés de 2 o el 3 % seguro con total disponibilidad siempre es mejor que un posible 4 o 5 % sin disponibilidad, más que nada porque apostar por un 1 o 2 % más de rentabilidad nos puede hacer perder toda la rentabilidad y en ocasiones también parte del capital, además sin poder disponer de tu dinero cuando quieras. Este razonamiento es parte influyente en la caída radical de la rentabilidad de la banca. 10 años de productos ruinosos para los clientes han ofrecido una buena enseñanza.

Si nunca han contratado productos de este tipo quizá no se hagan a la idea de lo que hablo. Imagine que tiene 60.000 € de ahorros que le han costado toda la vida de esfuerzo y trabajo, usted va a su banco a que le asesoren y le ofrecen un novedoso producto que invierte en compañías muy seguras que todos conocemos (Santander, Iberdrola, Nokia, ACS…), le ofrecen un interés del 6% anual si se cumplen ciertas circunstancias que parecen muy probables durante los 5 años que dura el producto (por ejemplo que suban en bolsa un 10% en los 5 años), en medio de la conversación le dicen (o no) que existe un hipotético y muy improbable hecho que puede hacer que su dinero se vaya por un agujero, no con estas palabras evidentemente. Usted, que busca asesoramiento y rentabilidad,  y que se fía de lo que le cuentan en el banco (esto hasta hace 2 o 3 años era así) decide contratarlo. Pues bien, 5 años después usted no sólo no ha ganado nada sino que además el empleado de la sucursal, el cual ya no es el que le asesoró en su día, le dice que ha perdido un 80% de sus ahorros y le anotan en su cuenta 12.000 € (48.000 menos que lo que dejó en su cuenta 5 años antes). No contentos con ello, le ofrecen un buen producto exclusivo para estos clientes que compensará este descalabro y le dicen que este capital (los 12.000 €) se le va a duplicar en 2 años si lo invierte donde le aconsejan, siempre y cuando se produzca otro muy probable hecho. A vencimiento vuelve y le dicen que no ha salido bien esta opción y le vuelven a dar los 12.000 €, dos años después. ¿Qué le parece la historia?, vergonzosa ¿verdad?, bien, pues es verídica. Otros casos muy polémicos actualmente son las participaciones preferentes, clientes que han perdido sus ahorros porque en su día su comercial bancario les ofreció este producto tóxico como un plazo fijo, literalmente.


Con todo esto tenemos que sacar en claro que cuando queramos contratar una inversión segura revisemos bien lo que nos ofrecen y finalmente firmamos y si nos decantamos por un plazo fijo que así sea. Que en el contrato se especifique claramente qué producto es, cuanto nos van a pagar, en qué plazo y qué posibilidades tenemos si queremos sacar antes nuestro dinero por cualquier circunstancia. Si existe cualquier duda podemos optar por ser asesorados por un experto independiente (asesor financiero no vinculado a ninguna entidad bancaria), que por relativamente poca cantidad de dinero puede aportarnos una información muy valiosa.


domingo, 28 de julio de 2013

Gregorio, el tapicero del barrio

Gregorio es un nombre ficticio de un personaje real, un ex cliente en concreto. Casualmente, además de haber sido mi cliente durante años, es vecino de mi barrio, un vecindario pequeño, de gente sencilla y trabajadora, al menos hasta que vino la crisis y el paro hizo estragos.

Tristemente bajo la cabeza, o miro rápidamente hacia otro lado, cuando me cruzo a Gregorio en el supermercado, él es el mejor ejemplo de cómo la codicia de la banca y de los personajes que la alimentaban arruinaron (no sé si decir “arruinamos”) económicamente su vida. Él era tapicero, y digo era porque su taller ya no lo tiene, se dedicaba orgullosamente a fabricar y arreglar sofás manualmente para la gente del barrio, todos le conocen como un buen hombre y yo corroboro que así es, a pesar de que ahora lo evito por todos los medios cuando lo veo.

En 2005 él tenía un abogado asesor que le cobraba grandes minutas por gestiones que además de irle arruinando poco a poco lucraban a este abogado. Para la gente modesta y sin cultura financiera delegar las gestiones económicas supone un gran alivio y en ocasiones proporcionan clara facilidad para ser una víctima de falsos asesores.

La historia concreta es que este hombre llegó a firmar una deuda de más de 700.000 € hipotecando todo su patrimonio (un par de naves bien situadas en el barrio y la parcela que se había reformado), entonces cualquier propiedad valía mucho dinero, hoy todo su patrimonio no valdría ni 200.000 €. Parece increíble, pero Gregorio no sabía decir dónde había ido esa gran suma de dinero, algo para hacer alguna mejora en la nave, para tapar alguna deuda, pero sobre todo para pagar a intermediarios, comisionistas y demás alimañas. Su ruina no acabó aquí, sino que además firmamos unas coberturas de tipo de interés (mirar anterior entrada en el blog) por valor de más de 1 millón de euros, por supuesto ni le fue explicado que era esto ni lo hubiera entendido. Es lo que en aquella época se podía llamar una operación redonda, para todos menos para Gregorio, claro está.

Los impagados del irracional préstamo se fueron sumando desde el primer momento y a ellos se le sumaban liquidaciones de varios miles de euros que trimestralmente se le iban cargando en su cuenta de las coberturas de tipo de interés que firmó. Su ruina no había hecho más que comenzar.

El departamento de Riesgos del banco era totalmente conocedor de la situación y en uno de los peores días de mi trayectoria bancaria se nos ordenó que fuéramos inmediatamente a su taller e hiciéramos lo que fuera para que Gregorio nos firmara la cancelación anticipada de las coberturas de tipo de interés, ante los problemas que al banco esto le iba a suponer. Esta operación significaba para Gregorio un cargo en su cuenta (en descubierto evidentemente) de 90.000 €. Así lo hicimos, después de darle conversación durante más de una hora y de guiarnos orgulloso por su taller, nos sentamos en su mesa de despacho y le pedimos que por favor nos firmara unos papeles que necesitábamos, Gregorio, como era habitual, no los revisó y firmó apoyado en nuestra confianza. Aquello fue su estocada, a lo cual siguió el comienzo del embargo de todos sus bienes. Recuerdo cómo nos miramos mi compañero y yo en el coche cuando salimos de aquella visita, mirada que decía: “para esto nos pagan”.



PD: Por favor, si te parece interesante retuiteala, compártela en facebook o deja un comentario.

lunes, 22 de julio de 2013

Clips, Swaps, Intercambios, coberturas y demás basura financiera

Imagínense que va al taller de su barrio a reparar su vehículo, al taller al que lleva yendo toda su vida, donde incluso llevaba el coche su padre. Usted entra y aparece un joven bien vestido y muy simpático que le ofrece cambiar su vehículo sin coste alguno, usted entrega el suyo y el taller le ofrece un bonito Mercedes a cambio. Usted al principio es reticente y pregunta, pero todo son facilidades y es el taller de total confianza donde acude siempre, además se lo cambian por un Mercedes nuevo, ¿cómo decir que no?, el comercial le cuenta que es una gama nueva para clientes de un perfil modesto económicamente, que están lanzando los vehículos de muestra de forma exclusiva para los mejores clientes y que es una oportunidad que pronto pasará. Usted quizá ni pregunte a su pareja, está tan convencido de la oferta que decide lanzarse y demostrar que sabe coger un tren cuando pasa por delante. Definitivamente se lo lleva, el coche va bien, no da problemas, le gusta, se cree un gran negociante por haberse lanzado. Pero un día, pongamos 6 meses después de su adquisición, decide ir a ver a su familia a la playa y a mitad de camino se revienta literalmente el motor y se queda tirado. Acude enfurecido al taller y allí le quitan hierro al asunto, le proponen ponerle otro motor para que vaya tirando e intentan que se quede contento sin darle mucha importancia, eso sí, le cuesta dos mil euros el arreglo. A usted se le pasan muchas cosas por su mente (impotencia, cabreo, decepción, frustración, ruina) pero decide aceptar y llevarse el coche reparado, sobre todo para evitar enfrentamientos. Un mes más tarde se le parten en dos nada menos que los ejes de dirección y ya su cabreo colma el vaso, decide denunciar al taller. Pero sorprendentemente este saca el documento que usted firmó cuando fue a reparar su antiguo utilitario, donde en la letra pequeña en una de las 20 hojas que había detrás de la que firmó aparece que usted sabe perfectamente, porque así lo está firmando, que el coche que le entregaban a cambio sólo llevaba de Mercedes la estrella y tenía altas probabilidades de ser carne de chatarra. ¿Qué le parece la historia? En mi pueblo a esto toda la vida lo han llamado robar, estafar, engañar y, si me apura, sinvergonzonear.

Bien, pues ahora cambie la palabra “taller” por “sucursal bancaria”, la palabra “coche” por “ahorros” y la palabra “Mercedes” por “cobertura de tipo de interés, clip, swap o intercambio” y le saldrá exactamente lo que están viviendo miles de familias y empresas. Clientes sin ninguna necesidad de contratar este producto y sin tener la menor idea de lo que estaban firmando, clientes a los que se les forzó sin escrúpulos, clientes que fueron a solicitar ayuda a su banco y la condición fue firmar este producto, clientes a los que se abusó de su confianza para colocarle el producto de moda. Puedo extenderme en las tripas de qué es una cobertura de tipo de interés, pero es tan complejo y tiene tan poco interés, que lo voy a dejar para una entrada en el blog aparte. Firmar esto suponen cientos y, en muchos casos, miles de euros en liquidaciones negativas (cargos en cuenta) mensuales o trimestrales. Empresas que no tienen para pagar las nóminas de los empleados que han soportado durante años del orden de 3.000 € al trimestre en concepto de esta cobertura. Yo he visto cargos trimestrales de 80.000 € en una empresa, dinero que va a un pozo, que lo cobra una contraparte en algún lugar del mercado de derivados financieros donde operan este tipo de  contratos, es decir, una contraparte que con toda seguridad serán grandes inversores institucionales. Sí, puede pensar que es un robo encubierto de pobres a ricos, pero piénselo sólo, que si se lo dice a algún gurú de las finanzas quizá le cuente algo acerca del libre mercado, de la distribución de recursos, de los beneficios de la economía financiera, del empleo que crean los grandes inversores, de la eficiencia en la movilidad de recursos o de las maravillas de la ingeniería financiera. Pero si habla con alguien con cierta cultura de las finanzas, que procede de una familia trabajadora y que sabe lo que vale cada euro que ingresa a final de mes entonces, probablemente, comparta la idea de que le han robado, eso sí con guante blanco, y como no, con traje y corbata.

Hágase una idea de la magnitud de la que hablamos, yo trabajaba en una oficina bancaria en un polígono en declive a las afueras de la ciudad, donde éramos tres comerciales de empresas, ¿sabe qué objetivo tuvimos durante años?, me avergüenza decírselo, 500.000 € cada 15 días, sí, medio millón de euros, cada 15 días, repito. ¿Y sabe lo peor de todo? Que lo cumplíamos sobradamente, es más, alardeábamos de ello y nos reconocían públicamente en los destructores rankings semanales. ¿Sabe cuál era la recompensa personal? Estar esa semana arriba del ranking para que el jefe no te llamara para presionar. Con la perspectiva de los años simplifico los hechos, yo estaba esa semana (sólo esa semana) bien posicionado en el ranking a cambio de que mi cliente, al que me había costado mucho ganarme su confianza, firmara un producto que le iba a costar tirar a un pozo miles de euros durante años. Sin palabras, y ya de paso, sin responsables ni consecuencias para los personajes que fomentaron esto, y cuidado, no exculpo a los que lo vendimos, soy de la opinión que el verdugo no está totalmente libre de culpa.

En cierta ocasión, 4 años atrás y en confianza, uno de los responsables me dijo: hace años que yo avisé de que estos productos nos arruinarían, pero nadie me hizo caso. Evidentemente él sólo se refería a la ruina que suponen para el banco los cientos de juicios y la morosidad que están generando, por negación del cliente a pagarlos o simplemente por la ruina que le ha supuesto firmar el contrato. Muchos nos dábamos cuenta de la estafa que se estaba engendrando pero las instrucciones eran claras, si no estás en la línea que marcan debes cambiar de oficio. “Señores esto no se vende, se coloca y punto! Y el que no esté dispuesto que lo diga, que buscaremos otro puesto para él!”. Esto nos decían los magnates de la entidad en las reuniones de zona, por supuesto lo del otro puesto era un eufemismo.


martes, 16 de julio de 2013

Negar la mayor

Negar la mayor, esta es la premisa habitual que se utiliza en cualquier directiva de una gran empresa, y, como no, la banca es el mejor ejemplo. Cuando trabajas en una empresa altamente jerarquizada y extremadamente departamentalizada aparece como un ente invisible una búsqueda de identidad y significado y una lucha por parecer imprescindible dentro de la organización. Y esto se ve reflejado en su máximo exponente en los numerosos directores, responsables y jefes, que con sus aires de prepotencia y apariencia intachable e intocable, parecen cubrir una enorme responsabilidad que sólo ellos podrían soportar. Sin embargo su entorno más cercano, en pequeños ambientes de supuesta confianza, sabe que la función de su responsable está tan diluida y delegada que prescindir de él sería prácticamente inapreciable. Para ensombrecer esta apariencia, la actitud a tomar por el directivo es derrochar un estrés absurdo autogenerado inconscientemente como antídoto propio en la convicción de su puesto. La extrema seriedad, la falta de humor, las decisiones (acertadas o no) tajantes, las respuestas contundentes y la profesional evasiva a tantos temas que desconocen son una fachada habitual del tipo de gente que alardea de la posesión de estos puestos.

Lamentablemente ni la meritocracia práctica (no teórica), ni la intelectualidad, ni la formación, ni la inteligencia son aspectos determinantes en el ascenso de posición jerárquica corporativa. Somos animales de costumbres, de hábitos, de sentimientos y con una búsqueda clara del desarrollo personal, más en estos contaminados ambientes, todos buscamos la comodidad y la facilidad en nuestro día a día y cómo seguir una carrera profesional ascendente que finaliza en el estrellato corporativo al que le da la mano el fracaso familiar.

Negar la mayor es una práctica habitual, decisiones erróneas en puestos de relevancia traen consecuencias graves en algunas ocasiones. En empresas con semejante dilución de responsabilidad, con incontables departamentos, comités, responsables, jefes y directivos, una decisión errónea es capaz de ser difuminada entre toda la maraña de personajes, y en ocasiones, lo mejor es buscar una cabeza de turco al que inculpar. Cuando los últimos y primeros culpables salen airados de su incompetencia y en el mejor de los casos son ascendidos y en el peor son movidos a puestos similares en otros departamentos. Esto interesa a toda la cúpula, ¿quién sabe si el siguiente en tener que ser exculpado será uno mismo?, es lo que vulgarmente se conoce como el hoy por ti y mañana por mi.

Recuerdo ejemplos reales, directivos que fuerzan a vender productos ruinosos para los clientes y en última estancia también para la entidad o directivos que gracias a una decisión corporativa de escisión del negocio arrastran a decenas de empleados a la calle y a una caída continuada del beneficio. En todos los casos la mano ejecutora niega la mayor y diluye su responsabilidad. Qué distinto hubiera sido si la consecuencia de su decisión hubiera sido positiva.

Hombres de traje y corbata que esconden en su bolsillo interior un puñal dispuesto a ser desenfundado al mínimo indicio de que su puesto se vea perjudicado. Falsas sonrisas y golpecitos en la espada que ocultan una ambición y codicia sin medida. Líbrenme de volver a moverme por estos ambientes que sólo engendran víctimas.


domingo, 14 de julio de 2013

Hipotecas en divisa, una trampa donde no se ve la luz

Los préstamos en divisa, normalmente con garantía hipotecaria, son un producto que merece una mención especial en este blog. Durante unos 10 años este producto se popularizó en la banca comercial y se adaptó y vendió en algunas entidades que presumen de innovadoras como una alternativa incluso al préstamo hipotecario ordinario. De nuevo, como en muchos otros productos bancarios, la codicia bancaria y la ingenuidad de la mayoría de los clientes que la contrataron, proporcionaron unos resultados, en el medio plazo, ciertamente alarmantes, ruinosos y desconcertantes, tanto para el cliente como para la entidad.

La filosofía de este producto siempre fue proporcionar financiación en una divisa alternativa al Euro a grandes empresas que operaban en otras divisas en sus operaciones internacionales, por lo general dólares americanos, libras esterlinas o francos suizos. De esta forma la empresa se podía financiar en la misma moneda en la que realizaba sus operaciones comerciales, quedando libre de las constantes fluctuaciones de los cambios entre divisas y así asegurando que la diferencia de cambio no se comiera su margen comercial.

Hasta aquí parece un buen producto. Pero como todo producto altamente rentable en una empresa hace que esta maquine cómo extenderlo al mayor número de clientes posible. Así, a mediados de los años 90, en determinados colectivos se extendió su popularidad, pilotos y controladores aéreos poseían una buena formación, altas remuneraciones, control total de los cambios de divisa, salarios en otras monedas… Durante unos años prácticamente sólo este colectivo tenía sus préstamos hipotecarios en divisa, en yenes japoneses casi todos. Algunos elegían francos suizos, por su estabilidad como moneda aunque con tipos de interés algo más elevados que en Japón. Cuando en el año 2000 entró el Euro en los mercados financieros este adoptó una trayectoria ascendente respecto a otras monedas, haciéndose ésta más fuerte frente a otras divisas. Por ende la diferencia entre los tipos de interés que se pagaban en la zona euro frente a Japón cada vez era mayor y pagar tu hipoteca en yenes supuso llegar a pagar un 4% menos de intereses que en euros, lo cual, haciendo una cuenta fácil, de 200.000 € suponía pagar 8.000 € menos al año de intereses, atractivo ¿no?. Desde luego lo fue, y mucho, hasta 2008, noviembre concretamente, cuando los tipos de interés en la zona euro comenzaron su caída libre y el diferencial frente a los tipos de Japón cada vez era menor. Paralelamente el Euro se debilitaba y el contravalor a euros de la deuda que el cliente poseía en yenes cada vez era mayor.



Expliquemos esto con un ejemplo sencillo, el día que tu firmas tu hipoteca el banco transforma tu deuda en euros a yenes y pongamos que tú ahora tienes un préstamo de 100 MM de yenes con unas cuotas de 1 MM de yenes al mes. Si nosotros tuviéramos 100 MM de yenes en otra cuenta no habría ningún problema, pagaríamos el préstamo en yenes contra nuestros yenes y vale. Pero el problema surge de que todos los meses tenemos que comprar yenes (lo hace el banco automáticamente) para pagar nuestra cuota, y surge también de que si vendemos el inmueble tenemos que cambiar la deuda a euros para poder cancelarla. Así, cada vez que compramos yenes, además de la comisión de cambio tenemos que ir al mercado y comprarlos al precio que estén. Como ha sido el caso estos últimos 5 años, al debilitarse el euro frente al yen necesitamos más euros para comprar los yenes que precisamos para pagar nuestra cuota, y en consecuencia, si quisiéramos cancelar toda la deuda necesitaríamos muchos más euros que cuando firmamos. Si a todo esto le unimos la caída en el precio del inmueble hipotecado, nos encontramos, por ejemplo, con préstamos actuales de 400.000 € (al cambio de yen a euro) de una hipoteca que firmamos hace 5 años por 280.000 € sobre un piso que ahora probablemente no valga ni 200.000 €, teniendo en cuenta que llevamos 5 años pagando cuotas, que debemos un 30 o 40 % más de lo que firmamos, que nuestra cuota mensual cada vez nos cuesta más euros pagarla, que no podemos vender el inmueble y, lo que creo que es lo peor de todo, o al menos es lo que más preocupa a los clientes, que no sabemos qué pasará en el futuro. Este ejemplo es el reflejo de la situación de la mayoría de los clientes que firmaron este tipo de hipotecas. Ciertamente desesperante.
Bueno, y ¿por qué el banco ofreció este tipo de producto? El banco gana con la comisión de cambio que aplica en cada cambio de divisa (todos los meses), al ser un producto innovador y digamos exclusivo (pocas entidades lo ofrecían activamente) las comisiones y diferenciales aplicados también eran mayores, y, sobre todo, la máquina de hacer dinero para el banco es el diferencial de cambio de divisa que aplica, es decir, el tipo de cambio que aplica al cliente, el cual no es el de mercado, a este le suma un diferencial que, además, va implícito en el tipo de cambio y el cliente ni lo sabe ni lo ve reflejado en su cuenta.

¿Qué ganaba el cliente con este producto? Básicamente lo que ya he comentado, pagar unos intereses mensuales muy inferiores (entorno al 4% menos que en euros) apoyado por una evolución histórica muy favorable, del 2000 al 2008 los clientes que tenían este producto veían como su deuda se hacía al contravalor en euros cada vez menor y sus cuotas mes a mes eran cada vez más bajas, situación inversa a la de los últimos 5 años. No vamos a explayarnos en el estatus o reconocimiento social que tenía decir que tu hipoteca la tenías en yenes para no pagar casi intereses…
¿Qué consecuencias está teniendo este producto?, para la entidad que lo ha ofrecido está suponiendo un grave problema, de hecho se eliminó hace ya unos años la comercialización. Se mantienen unas deudas elevadísimas y ascendentes sobre inmuebles que no cubren ya ni el 50% de la deuda pendiente, además, sin expectativa de que esto se amortigüe o reduzca. Incremento en la morosidad, debido a la situación económica actual y que en este tipo de deudas el cliente está pagando cuotas mucho más elevadas que cuando firmó, además, sin posibilidad de vender el inmueble. Los embargos cada vez son más comunes.

¿Qué ofrece el banco como solución? Básicamente firmar una carencia de capital de 24 meses y pagar sólo intereses (en yenes) y esperar, o dicho vulgarmente, dar una patada hacia adelante al problema. También ofrece mejores condiciones de cambio de la deuda a euros, opción que prácticamente nadie contempla.


Como anécdota final recuerdo que en la entidad que yo trabajaba, donde ofrecimos y vendimos activamente este producto, se reconoció públicamente a un director de una sucursal de Madrid que presumía de sólo firmar hipotecas en divisa en su oficina. A este individuo lo pasearon por toda España dando charlas de cómo y por qué vender este producto, recuerdo cómo alardeaba de la cantidad de dinero que ganaba su oficina gracias a las comisiones y a los cambios de divisa y de cómo nos trataba de ingenuos al no seguir su misma táctica. En estos últimos años nadie ha vuelto a preguntar ni por esta oficina ni por este individuo, pero al ser reconocido y paseado por los jefes dando charlas por toda España, y al ser insólito e impensable el reconocer un claro error por parte de la directiva, lo más seguro es que esta persona o siga en su puesto o haya ascendido, de esta forma el error queda soterrado entre todos.



lunes, 8 de julio de 2013

El Renting, un producto donde pagas el servicio que ofrece

Este producto es muy similar al leasing y consiste en la adquisición, por parte de la entidad financiera, del bien que el cliente elige, a quien le es entregado para su uso por un periodo determinado de tiempo, normalmente coincidente con la vida útil del bien. Durante todo el tiempo que dura el contrato el arrendador gestiona y contrata una serie de servicios, como el seguro, el mantenimiento y las reparaciones. Finalizado el periodo acordado el cliente devuelve el bien y lo sustituye por uno nuevo que él elija.

La cuota pagada por el cliente se compone de 4 conceptos:

Cuota de alquiler del bien, compuesta por el coste de la inversión, el valor final de mercado, el plazo o período de arrendamiento y el tipo de interés del capital destinado a la adquisición del vehículo.

Cuota de los servicios prestados, aquí se incluyen los costes estimados en función de los servicios contratados y los kilómetros previstos recorrer, ya que de estos dependerá el gasto estimado en reparaciones y mantenimiento recomendado por el fabricante.

Cuota del seguro y daños. La obligación de estar asegurado recae sobre el propietario del bien y sobre el usuario. El arrendador contrata un seguro de cobertura del bien (a todo riesgo) e incluye como tomador al arrendatario del bien, al cual le repercutirá mensualmente el coste de la póliza

Impuestos: El arrendador repercute el IVA de la cuota por el total de conceptos (alquiler, servicios y seguro)

Aspectos a tener en cuenta:

El incumplimiento del contrato por parte del arrendatario posibilita al arrendador a denunciar el contrato y a reclamar el bien, en último caso, mediante denuncia en la policía por apropiación indebida.

En determinadas compañías de Renting incluyen la cláusula de que en caso de impago el arrendador, si localiza el bien (vehículo) este se lo pueda llevar sin previo aviso.

Las entidades que no poseen compañía propia de Renting y que simplemente intermedian repercuten un porcentaje en concepto de comisión, implícita también en la cuota que el cliente paga. Esta comisión puede oscilar entre el 1 y el 5 % y no tiene por qué ser conocida por el cliente, a este simplemente suele comunicarsele la cuota mensual que pagará.

Clientes objetivo:

Empresas que priman más el servicio prestado y las coberturas del contrato que el precio mensual en concepto de alquiler. Valoran en mayor proporción que el precio el servicio que presta este producto, el delegar todos los servicios, en ciertas empresas y bienes, compensa el plus en el precio mensual.

Normalmente flotas de vehículos o maquinaria muy específica donde la empresa decide acogerse a esta modalidad para despreocuparse del mantenimiento del bien y renovarlo cada x años.

Ejemplos pueden ser: Empresas de alquiler de vehículos, empresas de autobuses urbanos, empresas de trasporte de mercancías, empresas con numerosos comerciales...

Garantías:


Normalmente la garantía es el titular de la operación y el propio bien, sobre él básicamente se estudia el riesgo que acarrea la operación, pero si la solvencia de la empresa solicitante no cubre el riesgo se pueden solicitar garantías adicionales, habitualmente personales de los socios. En este producto el bien financiado es relevante dado que la recuperación en caso de impago es más facil y rápida que con otro producto. Por otro lado se estudia la solvencia del titular e incluso de posibles avalistas si la solvencia de la empresa no está clara.