viernes, 9 de agosto de 2013

Las medidas del conde Egor Kankrin se repiten

Cuando el conde Egor Kankrin fue nombrado Ministro de Finanzas en 1823 bajo el mandato absolutista del Zar Nicolás I, entre sus reformas económicas encontramos una que podemos, de alguna forma, asemejarla a la situación actual. Egor destacó por sus medidas archiconservadoras que buscaban como único objetivo mantener el estatus privilegiado del gobierno ruso y de alejar al pueblo de cualquier opción de progreso económico y social, manteniendo un sistema de servidumbre que ahogaba a la población. Entre sus medidas, por ejemplo, estuvo evitar cualquier línea de ferrocarril en el país.

Aquí destacaremos únicamente la que nos interesa; como condición necesaria para obtener un préstamo en el banco público ruso (el único que había) estableció que la garantía del mismo fuera un siervo, la consecuencia inmediata era que eliminaba todas las opciones para que agricultores, comerciantes y artesanos pudieran endeudarse con el fin de invertir en su negocio y así mantenerlos siempre pobres sin ninguna opción de inversión en innovación y tecnología, esto, extrapolado a mayor escala, ayudó en buena medida a que Rusia arrastrara su pobreza hasta bien entrado el siglo XX.

                                                   

Bien, casi 200 años después podemos encontrar una clara similitud con la situación actual, con algunas diferencias que podemos detallar:

·         La banca ahora es privada, aunque como bien sabrán buena parte de ella está nacionalizada y politizada y otra parte casi monopolizada, es un oligopolio para ser exactos, así que este punto no difiere tanto.

·        El gobierno español no ha creado una medida tan explícita como exigir un siervo como garantía, pero sí tiene mucho que ver en la falta de supervisión por parte del Banco de España; en la incompetencia en los consejos de administración de las Cajas de Ahorro; en los intereses de los sectores de poder económicos y políticos y en la corrupción entremezclada de grandes empresarios, banqueros y políticos.

·       Actualmente no hay que llevar a un criado como aval bancario, pero los niveles de exigencia para la obtención de crédito se están desproporcionando.

Salvo esto, y en lo que sólo respecta al crédito, no veo más diferencias. Las pequeñas empresas ni se molestan en acudir al banco a solicitar un préstamo, saben que bien le será denegado o bien que los intereses que les van a repercutir son tan altos que no podrán compensarlos con los ajustadísimos márgenes que la crisis les ha impuesto. A las entidades prácticamente sólo llegan operaciones de trabajadores que buscan comprar un puesto de trabajo mediante pequeños comercios y autoempleos varios, es esto o estar en paro quizá el resto de su vida.

Cierto es que en los últimos 10 años nos hemos endeudado todos al límite, pisos a precios irracionales, coches de lujo, viajes cada año a un país distinto, y en general un nivel de vida que no nos correspondía, siempre proporcionado por crédito bancario, por dinero ficticio, por apuntes en cuenta, por humo, en definitiva. El ser humano es ambicioso por naturaleza y todos estábamos encantados de vivir como ricos, pero el límite llegó y como subió se desplomó, un dinero que no existe y que no se respalda por recursos naturales no aguanta nada, el propio mercado ajustó el exceso, o como dirían los seguidores del célebre Adam Smith, la mano invisible actuó.



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domingo, 4 de agosto de 2013

Plazos fijos, cuidado con las alternativas que nos ofrecen

Los depósitos a plazo fijo, imposiciones a plazo o plazos fijos, son las denominaciones que tiene el producto más seguro para las inversiones de los ahorros que ofrece la banca a sus clientes. Resumidamente se refleja en el contrato el importe a invertir, el plazo de la inversión y el tipo de interés (anual o TAE) al que se van a remunerar esos ahorros, siempre bajo la denominación que indico. Muy simple y muy claro, tanto dinero dejo estos meses y me pagas tanto. Estas inversiones, junto con el dinero que tengamos depositado en las cuentas corrientes, están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta un límite de 100.000 € por titular, es decir que si el banco quebrara el Estado nos cubre un máximo de 100.000 €, por este motivo los clientes en estos últimos años, ante la incertidumbre en el sistema bancario, diversificaban sus ahorros entre varias entidades, siempre y cuando poseyeran más de 100.000 € de ahorros, lógicamente.

¿Cuál es el problema? Para el cliente sólo es que el interés que se ofrece es relativamente bajo respecto al que hipotéticamente podría llegar a ofrecer otro producto con algo más de riesgo, a más riesgo más interés esperado, otro tema es la realidad. El principal problema radica en la banca, los plazos fijos llevan márgenes de beneficios muy bajos o nulos, la elevada competencia y el escarmiento de la clientela para invertir sus ahorros en cualquier otro producto hacen que la competencia por atraer dinero lo haya dejado como un mero producto gancho, que los empleados de las sucursales deberán rentabilizar. La escasez de dinero ha creado una lucha entre entidades por captar dinero y como toda lucha gana el mejor postor, al menos hasta que el Banco de España estableció un límite máximo para la remuneración de los plazos fijos y así frenar esta batalla que, además de ahogar la cuenta de resultados de la banca, indirectamente perjudicaba al propio Estado por haberse tenido que quedar las entidades quebradas.

¿Cómo rentabiliza esto la entidad? Partimos de que el propio producto va tan justo de margen que no produce beneficio y si a esto le imputamos el coste de transformación (empleados, sistema informático, infraestructura, papel…) y el coste de entregar al Fondo de Garantía de Depósitos un porcentaje de la inversión (0,20 %), obtenemos una pérdida, para que se hagan una idea podemos hablar de 50 o 100 € como media por plazo fijo (depende del importe, del tipo y del plazo contratado). Aquí entra entonces la acción comercial de la red de oficinas y de la banca telefónica. Si el cliente deja su dinero 6 meses y para ello además viene a la oficina varias veces, tendrán que aprovechar al máximo esas oportunidades para cruzar (como se dice en jerga bancaria) todo tipo de productos que sí son rentables y, por supuesto, intentar por todos los medios convencer al cliente para que en lugar de un plazo fijo contrate el producto de inversión en campaña que nada tiene que ver.

El banco crea estructuras de inversión que pretende vender como fijas, seguras, con muy poco riesgo y dejando abierta una pequeña posibilidad a que exista una pérdida, para curarse en salud cuando esta ocurra, que por desgracia no son pocas veces. Esta puerta abierta a la pérdida del dinero no siempre es explicada por los empleados de la entidad, muchas veces sólo está reflejada en la letra pequeña de alguna de las hojas del contrato que nos entregan para firmar, por ello siempre hay que leerlo todo y preguntar y ante la duda no firmar.

Productos estructurados, fondos garantizados, pagarés, participaciones preferentes, bonos, depósitos estructurados, depósitos referenciados a índices y valores, fondos de renta fija, fondos de renta variable con el 75% de la inversión en renta fija, fondos conservadores y/o moderados, etc. Todos ellos tienen riesgo y no tienen nada que ver con los plazos fijos, por mucho que los empleados bancarios, asediados por la presión comercial, pretendan venderlos como tal y por mucho que los departamentos pensantes intenten ponerles nombres que llamen a la confusión. Estos productos llevan implícitas comisiones de gestión o intermediación que oscilan entre el  1 y el 3 %. Como matiz, un 3 % de 50.000 € son 1500 € de comisión que el banco directamente se embolsa nada más firma el cliente, además sin que éste lo vea, ya que está implícita y aunque el cliente vea que tiene 50.000 € el banco ya ha descontado los 1500 € de la comisión. Nada que con contratar un plazo fijo.

Sí es cierto que cada vez la banca estudia y ofrece productos más sencillos que hagan parecerse más a un plazo fijo, pero esto es simplemente porque hoy por hoy si no es así no se vende ni uno. Yo, personalmente, siempre he pensado, y al final de mi trayectoria en banca así de claro lo decía al cliente, que un interés de 2 o el 3 % seguro con total disponibilidad siempre es mejor que un posible 4 o 5 % sin disponibilidad, más que nada porque apostar por un 1 o 2 % más de rentabilidad nos puede hacer perder toda la rentabilidad y en ocasiones también parte del capital, además sin poder disponer de tu dinero cuando quieras. Este razonamiento es parte influyente en la caída radical de la rentabilidad de la banca. 10 años de productos ruinosos para los clientes han ofrecido una buena enseñanza.

Si nunca han contratado productos de este tipo quizá no se hagan a la idea de lo que hablo. Imagine que tiene 60.000 € de ahorros que le han costado toda la vida de esfuerzo y trabajo, usted va a su banco a que le asesoren y le ofrecen un novedoso producto que invierte en compañías muy seguras que todos conocemos (Santander, Iberdrola, Nokia, ACS…), le ofrecen un interés del 6% anual si se cumplen ciertas circunstancias que parecen muy probables durante los 5 años que dura el producto (por ejemplo que suban en bolsa un 10% en los 5 años), en medio de la conversación le dicen (o no) que existe un hipotético y muy improbable hecho que puede hacer que su dinero se vaya por un agujero, no con estas palabras evidentemente. Usted, que busca asesoramiento y rentabilidad,  y que se fía de lo que le cuentan en el banco (esto hasta hace 2 o 3 años era así) decide contratarlo. Pues bien, 5 años después usted no sólo no ha ganado nada sino que además el empleado de la sucursal, el cual ya no es el que le asesoró en su día, le dice que ha perdido un 80% de sus ahorros y le anotan en su cuenta 12.000 € (48.000 menos que lo que dejó en su cuenta 5 años antes). No contentos con ello, le ofrecen un buen producto exclusivo para estos clientes que compensará este descalabro y le dicen que este capital (los 12.000 €) se le va a duplicar en 2 años si lo invierte donde le aconsejan, siempre y cuando se produzca otro muy probable hecho. A vencimiento vuelve y le dicen que no ha salido bien esta opción y le vuelven a dar los 12.000 €, dos años después. ¿Qué le parece la historia?, vergonzosa ¿verdad?, bien, pues es verídica. Otros casos muy polémicos actualmente son las participaciones preferentes, clientes que han perdido sus ahorros porque en su día su comercial bancario les ofreció este producto tóxico como un plazo fijo, literalmente.


Con todo esto tenemos que sacar en claro que cuando queramos contratar una inversión segura revisemos bien lo que nos ofrecen y finalmente firmamos y si nos decantamos por un plazo fijo que así sea. Que en el contrato se especifique claramente qué producto es, cuanto nos van a pagar, en qué plazo y qué posibilidades tenemos si queremos sacar antes nuestro dinero por cualquier circunstancia. Si existe cualquier duda podemos optar por ser asesorados por un experto independiente (asesor financiero no vinculado a ninguna entidad bancaria), que por relativamente poca cantidad de dinero puede aportarnos una información muy valiosa.