martes, 7 de enero de 2014

La otra cara del "papel pelota". María Antonia y su paradójica estafa

María Antonia es la protagonista de una historia real, de la que sólo cambio su nombre. Ella es una señora que ronda los 60 años, gruesa, con el pelo mal traciado, con una ligera cojera y con una bondad inmensa. Trabajadora incansable, extremadamente alegre y positiva y con una vida ciertamente poco agraciada. Su marido falleció recientemente, hará poco más de un año, él trabajó toda su vida en un taller mecánico, un dolor en el hombro le llevó al quirófano y parece ser que un error en la anestesia general le provocó una deficiencia psíquica. Su salud empeoró paulatinamente hasta que falleció. Esta fue una desgracia más de María Antonia. Su única luz es su hija, de unos 30 años, doctora en química, con unos éxitos profesionales y personales considerables, gracias a los cuales María Antonia tira hacia adelante, personal y, muchos meses, económicamente.

María Antonia entró a trabajar como administrativa en un pequeño comercio relacionado con la construcción y las reformas cuando tenía menos de 20 años, 30 años después, en pleno apogeo del sector y con todos sus ahorros, le compró a su jefe cuando se jubiló el negocio a un precio que lastró la ilusión de María Antonia, justo antes de comenzar la crisis.

El valor de la que hoy llamarían emprendedora era su profesionalidad y compromiso con el cliente y la excelente reputación con el proveedor. El negocio lo componían ella y tres empleados más, además del pequeño local en una calle comercial alquilaban una nave en las afueras de la ciudad. A su marido, en sus últimos meses de vida, también se le veía en la tienda echando una mano en lo que podía.

Las ventas caían año tras año y los gastos ya no podían reducirse más, su hija, además de aportar dinero frecuentemente, compró una nave a buen precio para que su madre redujera también este gasto de alquiler, los ahorros de su hija y su marido prácticamente desaparecieron.

María Antonia recurrió a una tan tentadora como mala opción de financiación bancaria, descontaba recibos que giraba a una cuenta suya particular en otra entidad a nombre de su marido, es lo comúnmente conocido como “papel pelota” o “papel colusión”, anticipar recibos falsos. A vencimiento ella misma los pagaba con dinero que iba consiguiendo como podía. Su desesperación la llevaron a esta desacertada opción, la cual nunca acaba bien.

Ella era consciente de que su práctica bancaria era incorrecta pero no de la dimensión que en el banco se le iba a dar. En una revisión que se realizó en el departamento de Riesgos se detectó esta anomalía e inmediatamente se le cancelaron todas las líneas de financiación, se le cargaron todos los recibos contra descubierto (70.000 €)  y se le forzó a firmar una hipoteca (con un buen seguro de vida y unas elevadas condiciones) sobre la casa que tanto le había costado pagar. Además, se le transmitió abiertamente que había engañado y estafado al banco. Esto fue lo peor para ella, después de tantos años de dedicación, de profesionalidad y de esfuerzo ejemplar oírse que un proveedor suyo (el banco) le llamaba mentirosa y estafadora, sus lágrimas y su llanto inundaron la oficina.


Qué paradoja que en el banco donde llevaba 25 años como cliente se tuviera que oír que era una estafadora, aquel día, sin duda, fue un gran punto de inflexión en mi carrera profesional. Hoy, aún me estremezco cuando paso por la puerta de aquel negocio que tuvo tanta vida y donde hoy cuelga un cartel de “se alquila”.


Si te ha parecido interesante, por favor, deja un comentario, compártelo o hazte seguidor. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario