lunes, 17 de junio de 2013

Una buena historia

Existen algunos consejos básicos para abordar una negociación financiera, nosotros podemos tener una idea de qué queremos desarrollar y de cuánto dinero necesitamos para ello. Pero debemos tener en cuenta que tenemos que convencer a la persona que está detrás de la mesa del banco.

Si pretendemos abrir un nuevo negocio tenemos que contar con algo primordial, para convencernos a nosotros mismos, a nuestro entorno familiar y al que nos debería prestar el dinero, esto es simple y llanamente, una buena historia. Todos deseamos escuchar y participar en buenas historias, una historia que entusiasme, que apasione, que esté fundamentada y sea creíble y en la que tu creas férreamente. Si tu no tienes una buena historia, o simplemente no sabes contarla, olvídate de que alguien apoye tu idea y mucho menos de que ponga el dinero. Debes saber bien de lo que hablas, qué vas a vender, a quién te vas a dirigir, cómo te vas a promocionar, como vas a servir a tu cliente, qué problema le vas a solucionar, cuánto y a cuántos deberías vender tu producto para subsistir, tener tus costes fijos milimetrados, estar obsesionado con ellos diría yo. En relación a esto último saber exáctamente cuánto dinero perderás si comienzas tu andadura y no consigues vender ni un sólo producto, ni uno sólo, insisto, es una opción y por desgracia más común de lo que pensamos. Olvídate de las previsiones de ingresos y de las tablas excel que indican una pronta fortuna, no te engañes, la calle no tiene nada que ver con estas previsiones, ni siquiera con los estudios de mercado que te proporcionan las Cámaras de Comercio. Sólo cuando salgas a la calle a vender te darás cuenta de qué llevas entre manos. Y precisamente en este momento, cuando empieces a visitar para vender tu producto deberás hacer uso de tu historia y de la pasión que ella te produce, las personas, y más los consumidores, funcionamos por emociones, sentimientos, subjetividades, si tú no convences, si no vendes una solución a algo, si tú no crees en lo que vendes, si a ti lo que te gusta es estar en la oficina y no salir con la carpeta, entonces olvídate de que nadie saque la cartera y te compre, te escuchará, quizá ni eso, pero no te comprará nadie.

Centrándonos en el banco, recuerda que este va a funcionar como un socio más, a ningún socio le gusta jugarse todo el dinero sin que el otro no se juegue nada, la primera pregunta será: ¿cuánto dinero pones tu?, si es 0 empezamos mal, pero seguimos con la segunda pregunta: Oye, ya que tu no pones nada ¿qué garantías me das si te va mal?. Como tu respuesta sea que sólo ofreces tu trabajo puedes levantarte de la silla e irte directamente, no pierdas el tiempo. Si no es así y ofreces buenas garantías, el banco indagará en tu experiencia en el sector, en tu formación, en tu trayectoria bancaria, en el histórico que tienes en la entidad, y, sobre todo que tu historia esté bien planteada, se atenga a una lógica profesional y las cantidades y riesgos propuestos sean lógicos, esta es la palabra, es lo que busca cualquier persona (o entidad) que vaya a poner su dinero en un proyecto empresarial ajeno. Puedes contestarte a ti mismo y ver las posibilidades que tienes de obtener financiación. Suerte.





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