Imagínense
que va al taller de su barrio a reparar su vehículo, al taller al que lleva
yendo toda su vida, donde incluso llevaba el coche su padre. Usted entra y aparece
un joven bien vestido y muy simpático que le ofrece cambiar su vehículo sin
coste alguno, usted entrega el suyo y el taller le ofrece un bonito Mercedes a
cambio. Usted al principio es reticente y pregunta, pero todo son facilidades y
es el taller de total confianza donde acude siempre, además se lo cambian por
un Mercedes nuevo, ¿cómo decir que no?, el comercial le cuenta que es una gama
nueva para clientes de un perfil modesto económicamente, que están lanzando los
vehículos de muestra de forma exclusiva para los mejores clientes y que es una
oportunidad que pronto pasará. Usted quizá ni pregunte a su pareja, está tan
convencido de la oferta que decide lanzarse y demostrar que sabe coger un tren
cuando pasa por delante. Definitivamente se lo lleva, el coche va bien, no da
problemas, le gusta, se cree un gran negociante por haberse lanzado. Pero un
día, pongamos 6 meses después de su adquisición, decide ir a ver a su familia a
la playa y a mitad de camino se revienta literalmente el motor y se queda
tirado. Acude enfurecido al taller y allí le quitan hierro al
asunto, le proponen ponerle otro motor para que vaya tirando e intentan que se
quede contento sin darle mucha importancia, eso sí, le cuesta dos mil euros el arreglo. A usted se le pasan muchas cosas
por su mente (impotencia, cabreo, decepción, frustración, ruina) pero decide aceptar y
llevarse el coche reparado, sobre todo para evitar enfrentamientos. Un mes más
tarde se le parten en dos nada menos que los ejes de dirección y ya su cabreo
colma el vaso, decide denunciar al taller. Pero sorprendentemente este saca el
documento que usted firmó cuando fue a reparar su antiguo utilitario, donde en la
letra pequeña en una de las 20 hojas que había detrás de la que firmó aparece
que usted sabe perfectamente, porque así lo está firmando, que el coche que le
entregaban a cambio sólo llevaba de Mercedes la estrella y tenía altas probabilidades de ser carne de chatarra. ¿Qué
le parece la historia? En mi pueblo a esto toda la vida lo han llamado robar,
estafar, engañar y, si me apura, sinvergonzonear.
Bien,
pues ahora cambie la palabra “taller” por “sucursal bancaria”, la palabra
“coche” por “ahorros” y la palabra “Mercedes” por “cobertura de tipo de interés,
clip, swap o intercambio” y le saldrá exactamente lo que están viviendo miles
de familias y empresas. Clientes sin ninguna necesidad de contratar este producto
y sin tener la menor idea de lo que estaban firmando, clientes a los que se les
forzó sin escrúpulos, clientes que fueron a solicitar ayuda a su banco y la
condición fue firmar este producto, clientes a los que se abusó de su confianza
para colocarle el producto de moda. Puedo extenderme en las tripas de qué es
una cobertura de tipo de interés, pero es tan complejo y tiene tan poco interés,
que lo voy a dejar para una entrada en el blog aparte. Firmar esto suponen
cientos y, en muchos casos, miles de euros en liquidaciones negativas (cargos
en cuenta) mensuales o trimestrales. Empresas que no tienen para pagar las
nóminas de los empleados que han soportado durante años del orden de 3.000 € al trimestre en
concepto de esta cobertura. Yo he visto cargos trimestrales de 80.000 € en una
empresa, dinero que va a un pozo, que lo cobra una contraparte en algún lugar
del mercado de derivados financieros donde operan este tipo de contratos, es decir, una contraparte que con
toda seguridad serán grandes inversores institucionales. Sí, puede pensar que es
un robo encubierto de pobres a ricos, pero piénselo sólo, que si se lo dice a
algún gurú de las finanzas quizá le cuente algo acerca del libre mercado, de la
distribución de recursos, de los beneficios de la economía financiera, del
empleo que crean los grandes inversores, de la eficiencia en la movilidad de
recursos o de las maravillas de la ingeniería financiera. Pero si habla con
alguien con cierta cultura de las finanzas, que procede de una familia
trabajadora y que sabe lo que vale cada euro que ingresa a final de mes
entonces, probablemente, comparta la idea de que le han robado, eso sí con
guante blanco, y como no, con traje y corbata.
Hágase
una idea de la magnitud de la que hablamos, yo trabajaba en una oficina
bancaria en un polígono en declive a las afueras de la ciudad, donde éramos
tres comerciales de empresas, ¿sabe qué objetivo tuvimos durante años?, me
avergüenza decírselo, 500.000 € cada 15 días, sí, medio millón de euros, cada
15 días, repito. ¿Y sabe lo peor de todo? Que lo cumplíamos sobradamente, es
más, alardeábamos de ello y nos reconocían públicamente en los destructores
rankings semanales. ¿Sabe cuál era la recompensa personal? Estar esa semana
arriba del ranking para que el jefe no te llamara para presionar. Con la
perspectiva de los años simplifico los hechos, yo estaba esa semana (sólo esa
semana) bien posicionado en el ranking a cambio de que mi cliente, al que me
había costado mucho ganarme su confianza, firmara un producto que le iba a
costar tirar a un pozo miles de euros durante años. Sin palabras, y ya de paso,
sin responsables ni consecuencias para los personajes que fomentaron esto, y cuidado, no exculpo a los que lo vendimos, soy de la opinión que el verdugo no está totalmente libre de culpa.
En
cierta ocasión, 4 años atrás y en confianza, uno de los responsables me dijo: hace años que yo avisé de que estos
productos nos arruinarían, pero nadie me hizo caso. Evidentemente él sólo
se refería a la ruina que suponen para el banco los cientos de juicios y la
morosidad que están generando, por negación del cliente a pagarlos o
simplemente por la ruina que le ha supuesto firmar el contrato. Muchos nos
dábamos cuenta de la estafa que se estaba engendrando pero las instrucciones
eran claras, si no estás en la línea que marcan debes cambiar de oficio. “Señores esto no se vende, se
coloca y punto! Y el que no esté dispuesto que lo diga, que buscaremos otro
puesto para él!”.
Esto nos decían los magnates de la entidad en las reuniones de zona, por
supuesto lo del otro puesto era un eufemismo.
Sublime.
ResponderEliminarLo que todos intuíamos desde fuera escrito por alguien desde dentro.
FreeX.
Este tipo de empresas buscan políticas de recursos humanos similares a las sectas, de tal manera que desde dentro nadie habla y desde fuera se intenta olvidar.
ResponderEliminarSe me ponen los pelos de punta...
ResponderEliminarObjetivo: maximizar beneficio a costa de exprimir al cliente hasta dejarlo seco, pero eso si, que den la cara los de abajo.
ResponderEliminarMagnifica entrada!! Felicidades por el blog.
ALF