domingo, 28 de julio de 2013

Gregorio, el tapicero del barrio

Gregorio es un nombre ficticio de un personaje real, un ex cliente en concreto. Casualmente, además de haber sido mi cliente durante años, es vecino de mi barrio, un vecindario pequeño, de gente sencilla y trabajadora, al menos hasta que vino la crisis y el paro hizo estragos.

Tristemente bajo la cabeza, o miro rápidamente hacia otro lado, cuando me cruzo a Gregorio en el supermercado, él es el mejor ejemplo de cómo la codicia de la banca y de los personajes que la alimentaban arruinaron (no sé si decir “arruinamos”) económicamente su vida. Él era tapicero, y digo era porque su taller ya no lo tiene, se dedicaba orgullosamente a fabricar y arreglar sofás manualmente para la gente del barrio, todos le conocen como un buen hombre y yo corroboro que así es, a pesar de que ahora lo evito por todos los medios cuando lo veo.

En 2005 él tenía un abogado asesor que le cobraba grandes minutas por gestiones que además de irle arruinando poco a poco lucraban a este abogado. Para la gente modesta y sin cultura financiera delegar las gestiones económicas supone un gran alivio y en ocasiones proporcionan clara facilidad para ser una víctima de falsos asesores.

La historia concreta es que este hombre llegó a firmar una deuda de más de 700.000 € hipotecando todo su patrimonio (un par de naves bien situadas en el barrio y la parcela que se había reformado), entonces cualquier propiedad valía mucho dinero, hoy todo su patrimonio no valdría ni 200.000 €. Parece increíble, pero Gregorio no sabía decir dónde había ido esa gran suma de dinero, algo para hacer alguna mejora en la nave, para tapar alguna deuda, pero sobre todo para pagar a intermediarios, comisionistas y demás alimañas. Su ruina no acabó aquí, sino que además firmamos unas coberturas de tipo de interés (mirar anterior entrada en el blog) por valor de más de 1 millón de euros, por supuesto ni le fue explicado que era esto ni lo hubiera entendido. Es lo que en aquella época se podía llamar una operación redonda, para todos menos para Gregorio, claro está.

Los impagados del irracional préstamo se fueron sumando desde el primer momento y a ellos se le sumaban liquidaciones de varios miles de euros que trimestralmente se le iban cargando en su cuenta de las coberturas de tipo de interés que firmó. Su ruina no había hecho más que comenzar.

El departamento de Riesgos del banco era totalmente conocedor de la situación y en uno de los peores días de mi trayectoria bancaria se nos ordenó que fuéramos inmediatamente a su taller e hiciéramos lo que fuera para que Gregorio nos firmara la cancelación anticipada de las coberturas de tipo de interés, ante los problemas que al banco esto le iba a suponer. Esta operación significaba para Gregorio un cargo en su cuenta (en descubierto evidentemente) de 90.000 €. Así lo hicimos, después de darle conversación durante más de una hora y de guiarnos orgulloso por su taller, nos sentamos en su mesa de despacho y le pedimos que por favor nos firmara unos papeles que necesitábamos, Gregorio, como era habitual, no los revisó y firmó apoyado en nuestra confianza. Aquello fue su estocada, a lo cual siguió el comienzo del embargo de todos sus bienes. Recuerdo cómo nos miramos mi compañero y yo en el coche cuando salimos de aquella visita, mirada que decía: “para esto nos pagan”.



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2 comentarios:

  1. Que caro se paga el desconocimiento de temas financieros, pero desde que las civilizaciones avanzaron y se produjo la especialización del trabajo esta claro que no podemos saber de todo, tenemos confiar en el profesional que tenemos delante.
    El problema es que cuando nos engañan por ejemplo en una reparación del coche y no nos cambian una pieza que falla, lo peor que puede pasar es que nos estropee el coche en unos meses y nos cueste algo dinero, pero cuando la mala fe viene del profesional financiero, te puede llevar a la ruina absoluta como le paso a Gregorio. Deberían de tomar conciencia de esto las entidades, no se dan cuenta que juegan con todo una vida de trabajo y esfuerzo de la gente y claro como siempre mandan al currito de la oficina para que se lo monte como quiera para salirse con la suya.
    Es indignante.

    ALF

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  2. El pobre Gregorio no es más que un claro ejemplo de lo que la banca ha hecho sobre personas sin ningún tipo de conocimientos financieros.
    En la época de la burbuja era raro el que no tenía ningún tipo de crédito para el coche, piso, vacaciones...con el banco, algo que ya entonces me parecía surrealista.
    Mientras que acojonava la idea de 25 años de hipoteca y vivía en un modesto alquiler, veía a gente cercana y no tan cercana hipotecando hasta a sus padres.
    Esta crisis que estamos viviendo y es necesaria, y aparte de la clase política, debemos cambiar el ciudadano de a pié para que esto funcione y dejemos de ser los apegados de Europa.
    Sergio Juan.

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